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Cartas
Lunes 01 de agosto de 2022
Las universidades y el plebiscito
Señor Director:
La amable nota de Jaime Antúnez Aldunate relativa a la columna donde me referí a la declaración en favor del Rechazo del Consejo de la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica me permite volver sobre lo que, estimo, es el punto central en este asunto.
Se trata de saber si es correcto que un órgano universitario, en calidad de tal, y esgrimiendo el saber que cultiva, emita un veredicto sobre una cuestión política controversial. ¿La tarea de la universidad es alentar el discernimiento racional de todos sus miembros en cuestiones ciudadanas sin ponerse del lado de ninguno, o, en cambio, en nombre de las disciplinas que cultiva, decidir el asunto en favor de uno de los puntos en disputa?
El Consejo de esa Facultad parece creer que la segunda alternativa es la correcta. Me parece que ese es un error. Y las razones —atingentes a la institución universitaria— son las que siguen.
En primer lugar, la virtud esencial de la universidad en cuestiones ideológicas o políticas es, por llamarla así, adverbial y no sustantiva, consiste en un modo de reflexionar y discernir en torno a ellas, no en la decisión de adherir a una de las que están en disputa.
En segundo lugar, el Derecho como disciplina no cuenta con puntos de vista verdaderos en esta materia. La racionalidad práctica —aspecto que el Derecho comparte con la moral y la política— busca el asentimiento racional, pero no dirime este tipo de cuestiones.
En tercer lugar se encuentra la situación de los estudiantes y profesores. Los primeros suelen estar indefensos frente a la autoridad del profesor y ello obliga a este último a no emplear su autoridad en cuestiones opinables, porque ello impide que los estudiantes disciernan por sí mismos o los lleva a guardar silencio frente a él. Y en el caso de los profesores, no hay duda que muchos no comparten esa opinión del Consejo y se sentirán inhibidos de discutirla sin que se les impute atentar contra la dignidad o la paz, que es lo que se atribuye al proyecto.
La ética universitaria aconseja no adoptar actitudes que impidan a los estudiantes y también a los profesores pensar por sí mismos.
Iguales argumentos valen para la Universidad de Chile o cualquier otra si ella, o sus órganos, amparándose en el saber, pretendieran decir a los ciudadanos lo que es correcto decidir en septiembre.
Otra cosa es que la Pontificia Universidad Católica esgrima la catolicidad que la constituye para pronunciarse a favor del Rechazo; pero en tal caso no sería la disciplina que la universidad cultiva la que habla, sino la Iglesia. Y la universidad católica es católica, pero ante todo, universidad.
Carlos Peña