Dos candidatas para un cargo de elección popular. Los votantes se distribuyen en una larga fila; al comienzo están quienes se posicionan en la extrema derecha, al final los que están en la extrema izquierda; entremedio, cada votante en el lugar que le corresponde en el eje derecha-izquierda. Las candidatas deben elegir su plataforma electoral, es decir, el lugar de la fila donde se ubican. Los electores votan por la candidata más cercana. ¿Dónde se ubicarán las candidatas? ¿Cuál será la plataforma ganadora?
Este es el problema que abordó Anthony Downs en 1957, en un trabajo clásico que, con casi 40 mil citas, sigue siendo el punto de partida en cualquier curso sobre modelos de votaciones. Adaptando un modelo económico de Hotelling, Downs mostró que si el único objetivo de las candidatas es ganar la elección, las dos se situarán junto a la votante mediana, es decir, en el lugar de la fila con igual número de electores a su derecha y a su izquierda.
Como todo modelo, especialmente en ciencias sociales, el modelo de Downs simplifica la realidad más de lo que uno quisiera. No obstante lo anterior, es un buen punto de partida para entender varios fenómenos electorales.
Comencemos con la segunda vuelta presidencial de diciembre del año pasado. Lo que hicieron José Antonio Kast y Gabriel Boric entre la primera y la segunda vuelta fue acercar sus programas y posiciones a aquellas de la votante mediana. Kast lo tuvo claro desde la misma noche de su sorpresivo triunfo en primera vuelta. Su discurso esa noche se dirigió a quienes no habían votado por él. En el caso de Boric, en cambio, quedó la impresión de que no había preparado un discurso para la eventualidad de que llegara segundo y les terminó hablando a quienes ya habían votado por él.
A pesar de ese mal puntapié inicial, Boric se recuperó rápidamente. Los candidatos tienen ideologías e historias, algo que Downs no consideró en su modelo, por lo cual tienen problemas de credibilidad cuando modifican sus promesas y discursos para capturar el voto de centro. Al final, Boric ganó la segunda vuelta porque fue más convincente que Kast moderando sus posiciones. Haber firmado el acuerdo por una nueva Constitución en noviembre de 2019, a contrapelo de su propio partido, le daba una credibilidad que Kast no pudo establecer.
El plebiscito de septiembre tiene una diferencia importante con la segunda vuelta presidencial. Las opciones entre las cuales debemos elegir —una nueva Constitución o seguir con la Constitución vigente— se fijaron antes de que comenzara el proceso electoral y no se pueden modificar. Cabe preguntarse, entonces, cuán cerca de la votante mediana está cada una de las opciones; nueva evidencia sugiere que no mucho. En efecto, una encuesta de Ipsos y Espacio Público publicada hoy indica que más del 80% de los encuestados piensa que, independiente de la opción que gane, será necesario hacer reformas importantes rápidamente.
Visto a través del modelo de Downs, lo anterior sugiere que la mayoría de los chilenos está a la izquierda de la actual Constitución y a la derecha de la propuesta de nueva Constitución. De modo que ganará el plebiscito la opción que logre convencer al electorado de que se harán las reformas necesarias en caso de ganar. Las dos opciones tienen problemas de credibilidad serios para lograr este objetivo.
Partamos por el Rechazo. La campaña de este sector está siendo lo más alejada posible de los partidos políticos, el impacto de la intervención reciente de Kast sobre el repunte del Apruebo ilustra por qué. Sin embargo, compatibilizar esta estrategia electoral con que serán los parlamentarios de derecha quienes tendrán los votos clave para un nuevo proceso constitucional si gana el Rechazo no es fácil. A lo cual se agrega que durante más de treinta años la derecha se opuso a las reformas a la Constitución impuesta en dictadura. Solo apoyó reformas cuando ya no era viable (o conveniente) seguir con la Constitución vigente. ¿Por qué iba a ser distinto ahora?
El Apruebo también tiene problemas de credibilidad. Las propuestas concretas de reformas que hizo el PPD a mediados de junio tuvieron poco eco en ese sector durante más de un mes. Solo esta semana el Frente Amplio publicó su propia lista de propuestas, aunque estas se encauzarían al implementar la nueva Carta Magna, no mediante reformas constitucionales. Queda por verse cuán relevante es la diferencia. Entre quienes apoyan el Apruebo, muchos creen que comprometer cambios debilita la opción. Será interesante ver si la evidencia mencionada aquí logra revertir esta creencia equivocada.
Las dos opciones que votaremos el 4 de septiembre partieron lejos de la votante mediana. Por lo cual será importante comprometer acciones posteriores que convoquen una mayoría del electorado. Quien logre dar mayor credibilidad a esos compromisos ganará el plebiscito.