Las recientes eliminaciones de Universidad Católica y Colo Colo de la Copa Sudamericana traen a colación un tema que pocas veces se discute en la mesa futbolera nacional: lo mal que hoy están defendiendo los equipos chilenos.
Sí, es verdad, hablar de cómo debe estructurarse un equipo defensivamente es casi un pecado, porque, a diferencia de lo que acontece en otros deportes colectivos —como el básquetbol y el balonmano—, en el fútbol quien levanta la bandera para señalar cómo reducir al rival es de inmediato caricaturizado, menospreciado. Derechamente, denostado.
Ignorancia pura, puesto que, en el fútbol, defender no significa tener una actitud timorata, sino que es saber aplicar una parte trascendental de todos los modelos tácticos. Porque no se puede atacar bien si no se sabe defender en forma eficiente.
Para entenderlo mejor, ni el “jogo bonito” de los brasileños ni el “fútbol total” de los holandeses, si hablamos de principios, ni las propuestas de Guardiola o Klopp, si queremos exponer conceptos actuales, pueden ser aplicados de buena forma si es que no existe trabajo metódico en la construcción defensiva.
Es una cuestión de entendimiento, tal como alguna vez expuso el DT argentino Helenio Herrera, padre del famoso “catenaccio” o “candado”, cuando lo criticaban por su propuesta. “Los ataques son injustos, porque el sistema no está aplicado adecuadamente en algunos equipos. Ello, ya que si bien los defensas centrales que están delante del líbero tienen la misión de marcar en forma personal y férrea a los delanteros rivales, está explícito que los laterales deben atacar”. Y no eran solo palabras las de Herrera. En su famoso Inter de los años 60, una pieza fundamental fue Giacinto Fachetti, quien fue convertido por el DT de puntero a lateral izquierdo para provocar sorpresa en el ataque desde la defensa.
En Chile, tanto en lo referido a los espacios de debates técnicos (que hay pocos) o en la simple discusión futbolera de los hinchas, no hay mucha reflexión en torno al tema.
En general, cuando se habla de propuestas defensivas, todo se reduce a dos aspectos muy básicos: ordenamiento táctico (si son tres, cuatro o cinco los que componen la última línea) e idearios en torno a la forma de marcación (individual o en zona).
No hay más. Y esa pobreza conceptual se reflejó en lo expuesto por cruzados y albos en el terreno internacional.
La UC en ninguno de los dos partidos ante Sao Paulo supo siquiera reducir al rival; y si no recibió más goles en contra fue, simplemente, porque el arquero Sebastián Pérez los evitó.
Colo Colo, en tanto, si bien en Santiago ante Inter supo establecer un circuito defensivo eficaz por acción coordinada entre los dos zagueros centrales (Falcón y Zaldivia) con el volante central más cercano a posiciones propias (Pavez), en la revancha en Porto Alegre, donde justamente la misión mayor era mantener la ventaja de goles, increíblemente fue incapaz de siquiera proponer una manera de defender.
Está claro. No se puede seguir así si el objetivo es trascender y lograr estabilidad competitiva a nivel internacional.
Defenderse no quiere decir ser “ratón” o “colgarse del travesaño”. Su significado es construir las bases, los cimientos, para, desde ahí, atacar.