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Editorial
Viernes 08 de julio de 2022
Una DC sin rumbo
Más que incidente electoralmente, el voto político DC es revelador de la alicaída situación en que hoy se encuentra el partido.
La Junta Nacional de la Democracia Cristiana que tuvo lugar el miércoles estaba citada para resolver su posición frente al plebiscito de septiembre. Pero, en realidad, detrás de esa decisión, lo que estaba verdaderamente en juego era la diluida identidad falangista. De hecho, más que particularmente incidente en la campaña plebiscitaria, la discusión y el voto político adoptados, de respaldo a la opción Apruebo, son reveladores de la situación en que hoy se encuentra el que fuera el partido más importante del país.
Desde luego, no puede sino sorprender que, en sus fundamentaciones para justificar el Apruebo, el referido voto político insista, en su primer párrafo, en la tesis del asesinato de Eduardo Frei Montalva, más allá de existir un fallo unánime de la Corte de Apelaciones de Santiago que lo descarta y encontrarse pendiente la revisión del caso por la Corte Suprema. No menos sugerente es que, no obstante reconocerse los logros de los gobiernos de la Concertación y la Nueva Mayoría, se hable de la “incapacidad para transformar los pilares del modelo de desarrollo instaurado por la dictadura”, y se atribuyan a esto las tensiones que dieron origen al estallido social, abrazando sin más las visiones del Frente Amplio y el Partido Comunista. Paradójico resulta en tanto que, mientras el voto califica la propuesta constitucional como “un texto razonable”, el único militante democratacristiano que integró la Convención, el extimonel Fuad Chahin, haya anunciado su rechazo, pues “no voy a estar del lado de la historia que nos pueda llevar a una dictadura”. Parece, en fin, curioso que una colectividad que sigue reconociendo inspiración en el humanismo cristiano no tenga comentario alguno respecto de la inclusión del aborto libre como derecho constitucional en el texto a votarse en septiembre.
Todo ello da en definitiva cuenta del estado de cosas en un partido que, si bien siempre, desde los tiempos de “guatones” y “chascones”, debió equilibrar las diferencias internas, hoy ha llegado a un punto en que es difícil reconocer bases doctrinarias comunes. Al respecto, no fueron casuales las palabras del senador Francisco Huenchumilla al afirmar que “existen dos almas en la DC”, frente a lo cual se preguntó: “¿por qué no nos separamos, amigablemente y fraternalmente?”.
Así las cosas, tal era el nivel de tensión interna que se vivía previamente a la Junta, que nueve extimoneles habían pedido que se declarara libertad de acción para los militantes, lo que ayudaría a descomprimir el ambiente, pero que al mismo tiempo hubiera hecho de la DC la única colectividad sin posición oficial frente a la votación de septiembre. Al final, el resultado no fue sorpresivo, pues se sabía que la actual mesa —cuyos miembros ya había anticipado su apoyo al Apruebo— controla el alicaído aparato partidario. Sin embargo, lejos de zanjar las cosas, ha quedado en evidencia que esa decisión no interpreta a sectores relevantes, incluidos una parte significativa de las bancadas parlamentarias y algunas de sus máximas figuras históricas, además de militantes que hoy integran el movimiento Amarillos por Chile. Fruto de una negociación interna, se acordó incorporar en el texto aprobado una mención a la “libertad de conciencia, la que siempre se expresa en las urnas”. Pero, más que encauzar las diferencias, ello ha abierto una disputa respecto de su alcance: mientras los partidarios del Apruebo sostienen una interpretación restrictiva, que limitaría cualquier intervención pública en favor del Rechazo, quienes promueven esta última opción han afirmado, desafiantes, que “no nos callarán”. De este modo, cabe augurar momentos de extrema tensión durante los próximos dos meses. Y es que el factor que hoy parece evitar un quiebre es el que ni una ni otra facciones se ven dispuestas a dar el primer paso y asumir el costo de una ruptura.
En ese contexto, y cuando al calor del debate plebiscitario ha resurgido en el país una corriente de centroizquierda que intenta hacer oír su voz, es paradójico que un partido que estaba naturalmente llamado a darle cauce, sea incapaz de hacerlo producto de sus divisiones y su confusión doctrinaria.