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Cartas
Viernes 08 de julio de 2022
¿Radicalizar la democracia?
Señor Director:
Tiene razón Andrés Dockendorff (martes) cuando sostiene que la democracia representativa no funciona sin partidos fuertes. Lo confirma el hecho de que en Chile y en casi todo el mundo los partidos no solo han perdido fuerza por el incumplimiento de sus promesas a la ciudadanía, sino también porque, en muchos casos, han sido capturados por la corrupción. En consecuencia, el rechazo ciudadano ha conducido a nuevas formas de representación.
La nueva Constitución recoge esta realidad al textualizar los términos “organizaciones políticas” o “actividad política organizada”, que preocupan a Dockendorff. No hay nada grave en ello; por el contrario, al reconocer distintas formas de organización política la nueva Constitución está valorando la representación democrática de la ciudadanía, en sus distintas formas, sin excluir partidos políticos.
Por otra parte, el articulista se equivoca al señalar que la nueva Constitución “parece inspirada” en una suerte de democracia radical, la que curiosamente asocia a los mecanismos de democracia directa, contenidos en el borrador constitucional. En realidad, la iniciativa popular de ley, los plebiscitos regionales y algunas otras formas de participación ciudadana valorizan el principio más fundamental de la democracia, que es la soberanía del pueblo en la toma de decisiones de una nación. Por ello, no es correcto descalificar los mecanismos directos de expresión ciudadana.
Países de indiscutible legitimidad democrática, como Suiza, Italia y algunos estados de los EE.UU., han sabido combinar democracia representativa con formas directas de participación ciudadana, y con pleno éxito. Es, creo yo, lo que precisamente se propone en la nueva Constitución.
Roberto Pizarro Hofer
Economista