La semana que se va permitió al fútbol chileno medirse con dos cuadros de la primera línea continental. Por los octavos de final de la Copa Sudamericana, Colo Colo derrotó a Internacional 2-0 y Universidad Católica cayó ante São Paulo 4-2. El Brasileirao en toda su expresión pasó por Santiago y nos ratificó de qué se trata la alta competencia.
Los albos estaban para sellar la llave ante los gaúchos, pero al final se fueron con solo dos goles de ventaja en el duelo de ida, cuando el trámite asomaba para una sentencia mayor. El equipo de Gustavo Quinteros se genera situaciones de riesgo. Sin embargo, la proporción de conversión es baja. Por eso era muy injusto el descuento de Estevao, que complicaba las posibilidades del Cacique en el Beira Río. Colo Colo, por la espalda del rival, su presente y la distancia que separa el torneo local de la primera división brasileña, ofreció la mejor actuación de la temporada, incluso superior al triunfo ante Fortaleza en la Copa Libertadores.
La presión que encabezaron Leonardo Gil y Juan Martín Lucero mostró a un conjunto solidario, con equilibrio, dispuesto a jugar sus posibilidades, aunque sin extraviar el orden. Salvo el poste de Pedro Henrique en el primer tiempo, y el tanto anulado a Estevao a los 87 minutos, el arquero Brayan Cortés no pasó zozobras. Tuvo una jornada tranquila, algo inusual cuando al frente está uno de los colosos de Brasil. Ojalá que las situaciones dilapidadas no se extrañen en Porto Alegre, en un plantel que se aprecia corto en la zaga central y en el reemplazante de Lucero.
En San Carlos de Apoquindo, la historia fue muy distinta. São Paulo salió a presionar, a cortar los circuitos de Universidad Católica y le recordó que en las grandes ligas no hay espacio para el reacomodo. El 3-0 del lapso inicial respondió a los yerros individuales de la UC, que ante la superioridad del oponente colaboró con el penal innecesario de Daniel González y el error, matizado de infortunio, de Mauricio Isla en el 2-0. Antes de la media hora los paulistas sentenciaban la historia. Como el fútbol es un estado de ánimo, en el inicio del complemento el descuento de Fernando Zampedri y la doble amarilla de Igor Vinicius alentaron una histórica recuperación, que la inexperiencia de González y la categoría de Jonathan Calleri terminaron de sepultar.
En 1994, el Milan goleó al Barcelona de Johan Cruyff en la final de la Champions League. La revista Don Balón, de España, entrevistó al 14 de la “Naranja Mecánica” de Alemania 1974, quien al responder las razones de la caída fue contundente: “No jugamos”.
El periodista Ferran Correas, sorprendido, contrapreguntó: “¿Cómo es eso de que no jugaron?”. Cruyff, con la brillantez que lo distinguió, explicó su sentencia: “No jugamos, porque el rival no nos permitió hacer nada. No juegas mal, simplemente no juegas”.
Eso ocurrió en los 45 minutos iniciales. La presión de São Paulo acorraló a la UC, la dejó sin respuesta, con nulas opciones de pase. Por eso, el conjunto de Ariel Holan no hizo una mala presentación, simplemente no jugó. En el fondo, en el campo se expresó la distancia de un protagonista del continente y una escuadra en reconstrucción.