Terminó el trabajo de la Convención. Y lo que empezó mal, terminó mal. Al ritmo de “el pueblo, unido, avanza sin partidos” se bajó la cortina, recordando así la bochornosa instalación. Pero esta vez, ya ni por un sentido estratégico electoral los convencionales fueron capaces de contenerse. Y si bien no fueron todos, fueron demasiados, sumando así un nuevo escándalo al proceso.
Es que, como dijo un convencional socialista (tal vez uno de los pocos grupos que la Historia salvará), en todo el proceso “hubo arrogancia, soberbia e infantilismo”. El grito final respondió, sin duda, a esas tres cosas.
Hoy existen 11 encuestas que muestran un triunfo del Rechazo (Cadem, Criteria, UDD, Activa, Mori, CEP, Studio Público, DataInfluye, B&W, Datavoz y Signos). Y un triunfo holgado. Un escenario que hasta hace solo 3 meses era tan impensado, que llevó a la Convención a seguir avanzando sin transar. Total, la mayoría de quienes estaban ahí dentro representaban a la mayoría del país, pensaban. Pero eso no era así (si hubieran dimensionado que este sería el escenario hubieran tendido puentes con la centroderecha y el centro, pero solo les refrendaron que no tenían nada que hacer ahí).
Afuera de la Convención, hay dos tipos de votantes. Quienes están furibundamente por el Rechazo y quienes están con brazos caídos por el Apruebo. Estos últimos reconocen que la cosa anduvo mal, que se extremó todo, que hay muchos peligros, pero deciden votar con quienes han votado siempre. Los entusiastas del Apruebo, en cambio, son muy pocos.
Entremedio, más y más personeros de la ex-Concertación —muchos ya jubilados o en el ostracismo— anuncian que cruzan el Rubicón. Hacia el otro lado, en cambio, no ha cruzado casi nadie. O nadie relevante.
En medio de este escenario, las redes sociales y algunos dirigentes políticos han sido durísimos con quienes votan Rechazo, reflotando —de cierta forma— el concepto de “facho pobre”, instalado en 2017 contra quienes votaron por Piñera.
Mucha gente de izquierda piensa que las personas con pocos recursos tienen un deber de identificarse con la izquierda, porque son ellos quienes supuestamente representan sus intereses. La “conciencia de clase”, postulado clave del marxismo, supone que el individuo proletario debe tener conciencia de pertenecer a una clase obrera y combatir desde ahí la explotación de la clase burguesa. Así, el pobre que no es de izquierda, desde este punto de vista, es un desclasado.
Pero, a la tesis del “facho pobre” —enarbolada en 2017— se agrega ahora la del “facho, pobre y tonto”. Porque quien desde los sectores populares expresa que votará Rechazo indudablemente es porque está engañado, advierten. Elisa Loncon lo resumió muy bien esta semana “¿Por qué rechazan?, porque les dicen que hay que rechazar”.
O sea, la gente fue inteligente cuando protestó el 18 de octubre, inteligente cuando votó Apruebo, inteligente cuando no votó por Kast, y ahora está engañada. El propio Presidente alentó la teoría de las “fake news” como la clave del Rechazo.
¿Hay fake news? Sí, las hay. Y han existido siempre. Por algo Maquiavelo en los Discursos señala que las fake news (calumnias) distorsionan la convivencia y la política. Pero las fake news van en todos los sentidos, desde decir que la Constitución actual es la causante de todos los males del país o que la nueva Constitución nos permitirá vivir libres de violencia; hasta una serie de interpretaciones mañosas o derechamente falsas respecto de lo que dice el proyecto constitucional.
Así, la tesis de que no solo es inaceptable que sean “fachos” siendo pobres, sino que además son “tontos” por creerse cosas que no entienden, no es más que una muestra de que el elitismo no es patrimonio solo de la derecha. Es sin duda un roteo desde la izquierda y un intento de mostrar superioridad moral e intelectual.
Faltan ya solo dos meses para el plebiscito. Si hay algo claro es que el eslogan “la casa de todos” ya puede ser considerado derechamente una publicidad engañosa. Otros, como Carlos Ruiz, van más lejos y anuncian la probabilidad de una “guerra civil”, sí una “guerra civil” (la periodista del The Clinic, sorprendida, la preguntó dos veces) en caso de que gane el Rechazo.
Y, tal vez, las paradojas de la vida, es que finalmente —apelando a Diego Portales— el orden social se terminará manteniendo en Chile por “el peso de la noche”. Si ello ocurre, gran parte de la izquierda culpará, sin lugar a dudas, a los “fachos, pobres y tontos”.