Señor Director:

Hace menos de un mes conmemoramos el Día Mundial de la toma de conciencia del abuso y maltrato en la vejez, donde relevamos que el edadismo o viejismo es la tercera causa de discriminación en el mundo.

Muchos podrían pensar que esta cifra es exagerada, pero cuando representantes populares con tribuna como el convencional Daniel Stingo ningunean liderazgos y opiniones, por el solo hecho de provenir de una persona de edad avanzada —como lo hizo con el expresidente Ricardo Lagos en entrevista con Jaime Coloma en el programa “Lo personal es político”—, no solo cae en una falacia argumentativa, sino que también ratifica la importancia de promover un cambio cultural para que la sociedad deje de menospreciar el aporte fundamental de las personas mayores.

Que el actual Mandatario tenga 36 años no implica que el país deba ser construido solo por “jóvenes”. El mismo Presidente Boric lo tuiteó, luego de la comentada selfie con Lagos: “La historia de nuestra República es siempre más grande que cada uno de nosotros por separado. Hace bien escuchar y aprender de quienes nos antecedieron”. Un buen ejemplo de la importancia del trabajo intergeneracional, no solo para la integración social de las personas mayores, sino para avanzar hacia un país más justo y digno para todos.

Detrás de las palabras de Stingo subyace un mensaje peligroso: que no es relevante ni necesario considerar la voz del 20% de los chilenos, hoy compuesto precisamente por las personas mayores del país. Y, ojo, ese porcentaje crece a pasos agigantados: para el 2050 uno de cada tres chilenos será mayor de 60 años.

Eduardo Toro
Director ejecutivo Conecta Mayor UC