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Editorial
Viernes 01 de julio de 2022
La Constitución y los cuatro séptimos
Los cálculos respecto de qué opción sería o no favorecida resultan mezquinos frente al escenario que vive el país.
Las últimas encuestas muestran una tendencia en aumento en favor de la opción Rechazo en el plebiscito de septiembre. Ante tal escenario, ha ido ganando fuerza la propuesta de los senadores democratacristianos Matías Walker, Ximena Rincón e Iván Flores para rebajar a cuatro séptimos el quorum de reforma de la actual Constitución. Esta iniciativa apunta a facilitar, en un escenario posplebiscito, la construcción de acuerdos políticos que permitan recoger las aspiraciones ciudadanas de cambios, preservando al mismo tiempo la estabilidad institucional. El objetivo es, en buenas cuentas, abrir opciones para llevar a cabo la tarea que la Convención fracasó en cumplir, cual es dotar al país de un texto constitucional que genere consensos amplios.
En efecto, cualquiera sea el resultado del plebiscito, ya resulta evidente que el texto elaborado por los convencionales resulta insatisfactorio para una mayoría de ciudadanos, si se considera que incluso un sector relevante de quienes lo votarían favorablemente lo harían bajo la fórmula de “aprobar para reformar”, en la idea de introducirle cambios importantes antes de su plena vigencia. Paradójicamente, la Convención restó viabilidad a este último camino al aprobar en sus normas transitorias exigencias que extreman la dificultad de reformar sus capítulos más relevantes, estableciendo un quorum de dos tercios o, en su defecto, la ratificación por plebiscito; además, la ambigua redacción de las disposiciones sobre consentimiento de los pueblos originarios podría sugerir que también sería necesario realizar un proceso de consulta a dichos pueblos. Es por esto que muchos analistas estiman que en los hechos la propuesta constitucional, de ser aprobada, se tornaría virtualmente inmodificable, en especial si a esas dificultades objetivas se suma el hecho político de que para un sector del oficialismo el plebiscito, según la terminología del comité central del PC, representa “la batalla de las batallas”. Así las cosas, ¿sería realista esperar que ese sector se allanara a cambiar una nueva Constitución recién ratificada? Es cierto que el Presidente Boric manifestó esta semana disposición a efectuar los ajustes que sean necesarios, pero no parece claro que toda su coalición lo acompañaría en ese empeño.
Por el contrario, de prosperar el proyecto impulsado por los referidos senadores DC y apoyado por Chile Vamos, la actual Carta Fundamental sería mucho más sencilla de modificar, al quedar todo su articulado sujeto a un quorum de cuatro séptimos, echando por tierra los históricos cuestionamientos a su supuesto carácter “pétreo”. Además, el compromiso de la centroderecha con esta modificación es una señal concreta de voluntad para abrirse a los cambios, tal como se lo han demandado los otros sectores políticos. De este modo, pese a la molestia de la izquierda más radical, que ha denostado esta iniciativa por estimar que fortalece la opción Rechazo, ella ha ido sumando respaldos incluso entre algunos senadores del Partido Socialista y del PPD, quienes, independientemente de su posición frente al plebiscito del 4 de septiembre, han entendido la necesidad de mirar más allá de esa fecha y explorar todos los caminos posibles para encauzar el tema constitucional. Una señal será así la de la próxima semana, cuando esta reforma sea votada por la comisión de Constitución del Senado.
El giro dado por el Presidente Boric en estos días, al abandonar la tesis de su ministro Jackson que condicionaba a la aprobación de la nueva Carta la posibilidad de sacar adelante el programa de gobierno, debiera llevar también a una mirada más pragmática respecto de este proyecto, inicialmente cuestionado por el Ejecutivo. Si el mandatario efectivamente ha asumido que existe una posibilidad real de triunfo de la opción Rechazo, es parte de su tarea anticiparse a ese escenario y no cerrar la puerta a fórmulas que permitan enfrentarlo sin seguir exacerbando las tensiones. Los cálculos respecto de qué opción sería o no favorecida de prosperar esta reducción de quorum resultan mezquinos frente al escenario que vive el país y la responsabilidad de darle conducción.