Señor Director:

Después de los primeros cien días de gobierno, siguen los “errores no forzados”. La huelga del cobre, que en quienes tenemos más de 50 años nos recuerda los prolegómenos del derrocamiento de Salvador Allende, se pudo evitar mediante una mejor planificación del anuncio del cierre de la fundición de Ventanas. Aunque la diferencia con lo ocurrido en 1972-73 es profunda, la comparación surge gracias al supuesto poder de los trabajadores en lo que Frei Montalva definió como nuestra “viga maestra”. Pero no es lo mismo. Pienso que en la actualidad el supuesto poder de los huelguistas no es tal. El paro probablemente terminará fracasando, pese al daño a la economía. La mayoría de los chilenos creemos que la salud de las personas —en Quintero y en todas partes— debe ser lo primero.

Aunque no implica un grave daño económico, la creación de un “gabinete” con nombre y apellido en La Moneda se estrella contra las propias declaraciones del Presidente Boric de que se deben evitar las “personalizaciones” en el gobierno (y, por supuesto, en el Estado).

Ciertamente había caminos mejores para enfrentar estos dos casos… y muchos otros.

Nada de esto ayuda a concretar el programa de gobierno. Menos ayuda a la aprobación del texto constitucional que evidentemente corre por una vía paralela…

Abraham Santibáñez
Periodista