Señor Director:

Nuevamente la contaminación afecta a Quintero-Puchuncaví, atribuyendo exclusiva responsabilidad de ello a la fundición de Codelco, ignorando que un fallo de la Corte Suprema (2019) vinculó esta situación al conjunto de fuentes contaminantes en la zona, ordenando doce medidas a las instituciones competentes, sin que a la fecha se conozca su resultado. Por tanto, si aún fuere posible atribuir a esa única fuente como responsable de la contaminación, resultan desproporcionadas e impracticables social, laboral, material, económica y legalmente posibles medidas, como la ordenada por la empresa: el cierre de sus operaciones.

Esta contaminación data desde los años 80, con la Enami, que generó un recurso de protección ambiental (1983) ante la C. de Apelaciones de Valparaíso, rechazado, por cuanto la contaminación no se produjo por un “acto” de Enami (como requería el texto constitucional), sino “solo una negligencia u omisión al no controlar sus emisiones”. La solución vino, años después, con el novedoso “convertidor Teniente”, tecnología de ingenieros chilenos, que redujo en gran parte la emisión de gases y cenizas hacia el exterior, solución también aplicada con éxito en la fundición “Hernán Videla Lira” (ex Paipote).

Pregunta obvia: antes de propuestas impracticables, ¿por qué no buscar nuevas tecnologías para eliminar o reducir al máximo las actuales emisiones contaminantes? En la actualidad hay soluciones tecnológicas para toda contaminación: para producir harina de pescado, fabricar celulosa, tratamiento de residuos líquidos industriales, etcétera. ¿Por qué Codelco no invierte en ello y asegura una producción ambientalmente sustentable?

Sergio Montenegro Arriagada
Prof. (Asoc.) Derecho Ambiental, U. de Chile