Señor Director:

Carabineros acaba de enterrar a su mártir número 1.227, el suboficial mayor David Florido Cisterna, asesinado en medio de un procedimiento policial. Su padre, Juan Carlos Florido, revela las razones profundas que se esconden tras la muerte de su hijo: no existe verdadero respaldo para los uniformados que deban hacer uso de la fuerza (en concreto, uso de las armas), y para evitar cuestionamientos estos prefieren abstenerse de usarlas.

Concuerdo absolutamente con su diagnóstico. Como miembro de una agrupación ciudadana que lleva más de dos años apoyando a uniformados y a sus familias, he sido testigo del drama y el desamparo que han sufrido aquellos que han debido hacer uso de la fuerza.

Toda vez que hay heridos en un procedimiento policial, los funcionarios involucrados son sometidos a un proceso judicial largo e incierto, que desgasta emocional y económicamente tanto al uniformado como a su entorno familiar y los deja en una situación de vulnerabilidad extrema. Por ello, el respaldo al que se refiere don Juan Carlos no puede limitarse a palabras de aliento o condolencias, sino a acciones muy concretas: los miembros de Carabineros, PDI y FF.AA. deben contar con el apoyo de un equipo comprometido, despolitizado y profesional de abogados, peritos y sicólogos, financiados por el Estado, que los acompañe y defienda tanto en aquellas circunstancias en las que son agredidos físicamente por terceros como cuando deben hacer uso legítimo de la fuerza según las reglas y protocolos previamente establecidos.

Es el mínimo que se les puede ofrecer a hombres y mujeres que arriesgan su vida para mantener el Estado de Derecho y que se enfrentan a delincuentes altamente armados y organizados, en tiempos en que un manto de violencia cubre sin compasión todo el territorio.

Tal vez ha llegado el momento de institucionalizar una Defensoría de Uniformados, como órgano autónomo, con patrimonio propio y conformado por profesionales independientes y de excelencia. Ellos merecen algo más que bingos, colectas ciudadanas y abogados de buena voluntad.

Alejandra Cruzat V.
Nos Importan