Señor Director:

Agradezco la carta respuesta de Claudio Alvarado; ella me permite hacer algunas precisiones. No tenía conocimiento de si los autores de la columna “Una nueva oportunidad para el cambio constitucional” habían votado Apruebo o Rechazo en el plebiscito de entrada, habían descartado o no la propuesta constitucional de la Presidenta Bachelet o si “en su gran mayoría” habían votado por el Rechazo, por lo que obviamente no me refería a ellos, sino a la credibilidad de la derecha respecto de su disposición a “rechazar para reformar”.

Recurriendo a afirmaciones de intelectuales de la “nueva derecha” buscaba afirmar, además, que la derecha tradicional carecía de un diagnóstico adecuado de la situación del país, de un proyecto y una mirada que superara la Constitución vigente. La crítica a los autores era que no habían podido generar una propuesta constitucional y un proyecto político que pudiera instalar un liderazgo distinto en la derecha y que en el debate constitucional se habían visto arrastrados a posiciones extremas.

Al terminar el proceso constituyente, en que la paridad, la descentralización, el medio ambiente empiezan a formar parte del sentido común, desde la derecha saludan el Estado social y democrático de derechos; sostienen (como Marisol Peña) que la soberanía radica en el pueblo, que hay que reconocer constitucionalmente a los pueblos indígenas. No obstante, los republicanos de JAK rechazan cualquier cambio y otros, como la columnista Lucía Santa Cruz, afirman que “si rechazamos el paraíso en la tierra” seguiríamos disfrutando del actual orden constitucional, saben que la Constitución vigente no da el sustento necesario para ganar el plebiscito; de ahí “las terceras vías”.

Mi reclamo, en este contexto, no es que Alvarado llame a rechazar, cuestión absolutamente legítima, sino que a dos meses del plebiscito, ellos y la derecha en su conjunto no puedan plantear con claridad cuál es el texto constitucional que le proponen al país en lugar de la propuesta de la Convención y en sustitución de la Constitución vigente, y que ataquen la nueva Carta sobre la base de falsedades y la peor interpretación posible del texto.

Eugenio Rivera Urrutia