Señor Director:

El incremento de la delincuencia parece por momentos superar a las instituciones encargadas de la seguridad pública. Una de las situaciones que más se mencionan como causal del incremento de los delitos de alta connotación e impacto público, es que las bandas criminales se mantienen activas desde las cárceles, por lo tanto, para sus líderes le es incluso más cómodo operar desde sus lugares de reclusión, pues utilizan la prisión como oficina y a las visitas como correo para transmitir las órdenes criminales.

Este modelo lo utilizó en los años 90 el grupo terrorista peruano Sendero Luminoso y en Chile, el Movimiento Juvenil Lautaro, los que cometieron numerosos crímenes bajo el concepto de “cárcel combatiente”.

La solución radical para esto es que las visitas se realicen a través de un locutorio, que es un panel de vidrio que impide el contacto físico de los delincuentes con sus visitas-cómplices. Por otro lado, los locutorios impedirían el ingreso de elementos prohibidos como son los celulares, por ejemplo. Este modelo se intentó aplicar sin éxito en la Cárcel de Alta Seguridad en los años 90, al no contar con piso político. Hoy creo que hemos madurado como sociedad civil para implementar este instrumento en las principales cárceles del país.

Claudio Martínez Cerda
Ex director nacional de Gendarmería