Hace un par de semanas, el delantero francés Kylian Mbappé se atrevió a hacer un comentario futbolístico de cara a la próxima Copa del Mundo en Qatar que hizo arder las redes sociales.
¿Qué tanto dijo el atacante de PSG y de la selección de su país? Textualmente, lo siguiente: “Brasil y Argentina no tienen ese nivel (N. de la R.: Se refería a la competitividad de cara al Mundial). En Sudamérica, el fútbol no está tan avanzado como en Europa; por eso en las últimas copas del mundo, si miras, siempre son los europeos los que ganan”.
De verdad, ¿da para tanto escándalo?
Para nada.
Primero, hay que considerar algunas situaciones. Mbappé nació en 1998, poco después del primer título del mundo de Francia, y no cumplía cuatro años aún cuando por última vez un equipo de Sudamérica (Brasil, en Japón-Corea 2002) logró el título en una Copa del Mundo. Por tanto, en su vida más consciente él solo ha visto alzar la Copa a selecciones de Europa (Italia, España, Alemania y Francia, con él como uno de sus protagonistas).
Estadísticamente, entonces, su visión está sostenida por la realidad.
Pero hay otro elemento que le da razón al discurso de Mbappé y tiene que ver con otra cosa que dijo: “La ventaja que tenemos los europeos es que siempre jugamos entre nosotros y tenemos partidos de alto nivel, como por ejemplo en la Liga de Naciones”.
Completamente cierto. Y a eso hay que agregar los torneos de clubes que juegan todos los años los europeos.
¿Y acaso en Sudamérica no se juega la Copa América, las eliminatorias y la Copa Libertadores que también son competiciones de exigencia mayor?
Cierto. Sin duda que esas competiciones lo son y, además, se juegan en escenarios complicados, con climas diversos, canchas algunas impresentables y que exigen viajes extenuantes. Pero hay que hacer la salvedad en algunos puntos. En la Copa América y en las eliminatorias, la mayor parte de los protagonistas son jugadores que ya vienen con la exigencia europea, en medio de sus competencias o incluso en sus períodos de vacaciones. Por tanto, no hay muchos partidos donde se pueda hablar de máximos niveles. Peor aún en la Copa Libertadores: pocos, muy pocos de los que juegan esa competición son llamados a sus selecciones nacionales. Derechamente, no son considerados, por lo que claramente no tienen el nivel para jugar un Mundial.
Por eso, en el fondo, Kylian Mbappé algo de razón tiene. Y más que sentirnos ofendidos o degradados mandando al francés a ver Wikipedia o a jugar a Barranquilla o La Paz, deberíamos reflexionar por qué si Sudamérica sigue produciendo jugadores de alto nivel (aunque no en exclusividad), hace rato no alza una Copa del Mundo.
Empecemos evaluando si existen las condiciones hoy para mantener a los jugadores en sus países en lugar de venderlos en verde a Europa. Si la Conmebol hace los calendarios adecuados o solo agarra la micro que le sirve. Si es posible ponerse a la altura de la UEFA y demandar el espacio necesario para la sólida preparación de sus equipos que jugarán el Mundial.
Eso es lo importante, lo esencial, lo básico.
No le echemos la culpa a Kylian por decirnos en la cara en qué nos transformamos…