Señor Director:

Hace unos días, el cuerpo Sábado de “El Mercurio” publicó un reportaje sobre la lucha que vecinas de Lo Barnechea están dando por conseguir vivienda. Es lo que les toca a cerca de un millón y medio de seres humanos: los allegados.

En la inhóspita realidad chilena la palabra “allegados” ha crecido al alero de un modelo incapaz de comprender que el mercado ya no resolvió ni nunca solucionará esta “cuestión social 2.0”. Diferentes fundaciones, académicos y actores de Estado, y, por supuesto, inmobiliarias, pregonan de vez en cuando la necesidad de atender la gran problemática urbana que vive Chile, un país con uno de los ingresos per cápita más altos de la región.

No debe ser entendido solo como un problema de falta de casas. La insistencia de que la precariedad urbana se combate con déficit cero de vivienda no permite asir los diferentes impactos de la pobreza.

¿Cómo lee un allegado el esperar una década un subsidio habitacional y que solo le alcance para una vivienda miserable, en los márgenes más pobres de la ciudad, desconectada, aislada y segregada? ¿Qué pasa con la identidad y el bienestar de una persona cuando crece durante décadas siendo allegado y se convierte en un adulto que no pertenece a ninguna parte? ¿Qué respuesta les damos a los que crecen sintiéndose no bienvenidos? ¿Qué dice este cúmulo de cifras de Excel de todos estos discursos de crisis habitacional y de todas las maneras en que se trata de solucionar el problema?

Sea por paternalismo, por años de asistencialismo, por prejuicios sociales, como asumir que el allegamiento es positivo, aún no logramos comprender todo el amplio, complejo y perturbador sentido de la palabra y la condición de allegados. Quienes lo han vivido saben que su significado no se acaba con la mera y mediocre construcción de una indigna vivienda social. La discusión sobre el allegamiento se va a enriquecer cuando las variables métricas consideren la experiencia humana en el centro de esta conversación social. Cuando el mapa de los expertos de élite busque coincidir con el territorio emocional y psicológico de los dos millones de almas que habitan siendo y sintiéndose como los allegados de Chile.

Daniela Cea Sáez
Geógrafa U. de Chile y estudiante doctorado DTES Ernesto Garratt
Autor de la novela “Allegados”