El abogado y convencional Fernando Atria está a punto de cumplir su sueño de ser el nuevo “Padre de la Patria”.
Más bien sería el “Padre de la Nueva Patria”, que en su relato se gestó el estallido del 18 de octubre. Es decir, el 18-10. O sea, el 18-10 vino a reemplazar a 1810 como la fecha del nacimiento de la patria. Y, de hecho, la propuesta de un sector de la Convención es que nuestro tradicional “Dieciocho” ya no se celebre en septiembre, sino en octubre. Clever.
La Nueva Constitución de Atria está tan bien pensada, que incluso contempló la novedad del lenguaje inclusivo. Para muchas personas decir “patria” suena hoy políticamente incorrecto, por machista. Porque “patria” alude a “padre”. Por eso hay una corriente de opinión que llama “matria” a la “patria”.
Peor suena para ellos la frase “Padre de la Patria” (del latín pater patriae)... totalmente machista. ¿Cómo se hace, entonces, si uno durante toda su vida ha aspirado a ser “padre de la patria”, es decir, fundador de una nación (o mejor, de una plurinación)? ¿Qué pasa si uno soñó ser Jefferson, Washington, O'Higgins, Bolívar, San Martín, Adenauer, Churchill, Lenin o Stalin? ¿Cómo se denomina de manera inclusiva a alguien que refunda un país desde sus cimientos, reescribiendo hasta su fecha de nacimiento?
Bueno, habrá que pedir que se refieran a uno como “Adre de la Atria”. De ese modo, para algunos uno será “(P)Adre de la (P)Atria”; para otros, (M)Adre de la (M)Atria; algunos podrán escoger el (P)Adre de la (M)Atria u otras combinaciones. Ahora, para no molestar a nadie y no incumplir ninguna norma explícita o implícita, a quienes sean consideradas y/o considerados fundadores de una plurinación, simplemente se les denominará “Adre de la Atria”. Y problema resuelto.
Como ven, esto siempre se pensó para que Atria fuese el nuevo “Adre de la Atria”, valga la redundancia. Porque Atria encarna la nueva “Atria”. ¡La “Atria” y Atria son la misma cosa!
Ya sé que están friqueando con este hallazgo y que la habitación les da vueltas ahora mismo. Un consejo: ánclense. Bajen una pierna al piso y sentirán que el mareo comienza a pasar.
Y volvamos a la columna. Porque se habrán dado cuenta de que todo este proceso constituyente forma parte de un guion perfectamente fraguado. La redacción partió hace más de diez años, cuando Atria comenzó a hablar de una Asamblea Constituyente e inculcó a discípulos suyos, como el propio Presidente Boric, que esa era la tarea a emprender.
Pues bien, el plan ha funcionado a la perfección; cada etapa va según la carta Gantt.
Eso explica por qué esta semana Fernando Atria salió a defender con tanta pasión la idea de que la nueva Constitución solo podrá ser modificada con un quorum de dos tercios de los parlamentarios. Esa “supermayoría”, que para Atria era una trampa de la Constitución de Jaime Guzmán, ahora resguardará la suya. Pero Atria fue más sagaz que Guzmán. Su texto contiene una cláusula que les entrega a las comunidades indígenas poder de veto sobre gran parte de los cambios que se le quieran hacer a la Constitución. Doble chapa.
Fernando Atria está muy cerca de alcanzar su sueño máximo: rehacer Chile a su imagen y semejanza… por los siglos de los siglos.
Más que “Adre de la Atria”, Fernando Atria está a punto de convertirse en dios.