La lista histórica no es larga. Solo siete árbitros chilenos han dirigido partidos en una Copa del Mundo. Y otros tantos han llegado a la cita, pero cumpliendo otras funciones ya sea como juez asistente o guardalíneas (labor que antes cumplían los propios árbitros y que desde hace un tiempo está encargada a especialistas), cuarto juez o, desde Rusia 2018, asistente VAR.
No por eso la presencia nacional ha pasado inadvertida. Alberto Warnken fue el primero. El atleta y periodista chileno fue a al Mundial de 1930 y estableció un hito: en el partido Rumania-Perú expulsó al jugador incaico Placido Galindo constituyéndose en el primer sancionado con este castigo en una Copa del Mundo. Warnken quedó así en los libros de la FIFA. Y en el recuerdo eterno de los peruanos…
No fue el único árbitro chileno que quedó en la memoria de una nación entera. Muchos años después, en 1982, Gastón Castro cobró un penal en favor de Yugoslavia en contra de Honduras, la gran revelación de la primera fase en España. El gol europeo sacó a los centroamericanos de la Copa. Indignación total en contra de Castro. Incluso días después trascendió la carta de suicidio de un hondureño que le echaba la culpa al chileno…Puede que sea un mito.
También hubo jueces que fueron bien evaluados. Juan Silvagno, en el Mundial de Argentina 1978, sacó adelante un partido bravo entre Brasil y Polonia en Mendoza. Hernán Silva fue el único en ir a dos mundiales consecutivos (1986 y 1990). Mario Sánchez (Francia 1998), Pablo Pozo (Sudáfrica 2010) y Enrique Osses (Brasil 2014) no destiñeron en los duelos que les tocó dirigir.
Eso es historia. Y nostálgica porque hoy, de cara a la Copa del Mundo Qatar 2022, solo un juez chileno fue convocado y no para dirigir, sino que para la cabina del VAR: Julio Bascuñán. Es decir, no habrá de nuevo —por segundo Mundial consecutivo—ningún chileno tocando el silbato en un partido.
El tema puede verse de distintas formas. La obvia es que la FIFA confirma así que el arbitraje chileno está en crisis, que como Chile no está clasificado al Mundial no merece representación referil y que no hay ningún juez que no se ha haya pegado chambonadas.
Puede ser. De hecho, ya en el tramo final de las eliminatorias sudamericanas la FIFA no designó jueces nacionales. No están en un buen momento. Pero hay un aspecto que echa abajo la teoría: fueron llamados al Mundial árbitros que han tenido desastrosas últimas actuaciones, de países de dudosas escuelas y no clasificadas a la Copa del Mundo como el juez de Zambia Janny Sikazwe, quien en dos partidos de la última Copa Africana (sí, en dos) dio el pitazo final antes de que se cumpliera el tiempo reglamentario.
Un fiasco, un modelito de colección el africano. E irá a Qatar. En contrapartida, el chileno Roberto Tobar, quien en los últimos años ha estado en la élite sudamericana, quedó fuera tras desgarrarse en las pruebas físicas de la FIFA.
Es verdad. Tobar no ha tenido un buen último año, pero sacarlo del Mundial por una lesión recuperable parece una exageración. Da para pensar el criterio que hoy aplica la FIFA. Y eso quedará anotado en nuestra historia pequeña.