El primer eslogan que se inventó para la campaña del “Apruebo” (ese que decía: “cualquier cosa es mejor que una Constitución escrita por cuatro generales”) cayó herido de muerte. Lo fulminó el expresidente Ricardo Lagos cuando dijo que si ganaba el “Rechazo” la Constitución que regiría era la que llevaba su firma.
Entonces los ideólogos del “Apruebo” tuvieron que inventar otro eslogan, que ojalá fuese igual de emotivo que el primero. Lo hicieron, pero se pasaron de largo, hasta rozar lo cebolla: tomaron una canción de amor del cantante cubano Pablo Milanés. Esa estrofa que dice “no es perfecta, mas se acerca a lo que yo simplemente soñé”.
Básicamente reconocen que la nueva Constitución redactada por la Convención Constitucional no cumple con las expectativas, quedó malena, pero igual hay que aprobarla, porque su origen es un sueño. Y los sueños hay que hacerlos realidad.
Además del eslogan romántico, los del “Apruebo” idearon otro como complemento: “Aprobar para modificar”. De nuevo, la idea es hacerse cargo de que la nueva Constitución nace fallada, pero que es “perfectible”, como diría Pepe Piñera.
En el fondo, los cerebros del “Apruebo” recurren al viejo concepto chileno del “Peor es na'”.
Mi opinión es que cometen un error, porque están aplicando una mirada anticuada. No la desprecio, ya que era la de nuestros mayores, pero está errada. Es cierto que así nos criaron, con una mezcla de derrotismo, sumisións y timidez.
Pero me di cuenta del cambio de mentalidad de las nuevas generaciones el día en que Chile jugó su primera final de Copa América, y la definición era a penales. Nervioso, no pude evitar decir en voz alta “imposible ganarle a la Argentina de Messi en penales; igual no está mal ser vicecampeones”. Mi hijo me increpó incrédulo: “¿qué te pasa? Es obvio que vamos a ganar; somos mucho más equipo”. Cuando Chile levantó la copa yo miraba a mi hijo. No estaba eufórico como yo. Disfrutaba con alegría pero con calma. Sin sorpresa.
Así son los chilenos nuevos, incluidos muchos “chilennials”, especialmente los no ideologizados. Inventan empresas que se convierten en “unicornios” que valen millones de dólares y dan la pelea en las grandes ligas, con los mejores del mundo. Buscan la excelencia y no se conforman con algo “masomeno no ma'”, algo para “salir del paso”, como nos decían que era suficiente para un chileno.
Entonces, ¿qué es esto que nos propongan una Constitución “peor es na'”, cuando podríamos hacer una buena de verdad? Una de las mejores del mundo, y no una para recauchar el primer día.
Piensen que hasta Pablo Milanés evolucionó y decidió no conformarse. Rompió con la dictadura cubana y con su amigo Silvio Rodríguez, quien sigue fiel a la revolución castrista mientras continúa buscando infructuosamente unicornios azules, sin saber que los unicornios que existen están fuera de su isla.
Milanés reside la mayor parte del tiempo en España y pide un cambio de régimen para Cuba. Y ya no se conforma con algo que apenas “se acerque a lo que simplemente soñó”.
Le encuentro razón. No me conformaría con lo que botó la ola. Podemos hacerlo bien. Lo hemos demostrado. Si es necesario, hay que hacerlo de nuevo. Pero ahora a la altura de lo que en verdad somos y merecemos.