A veces se tiene la impresión de que ni el cine ni quienes lo seguimos de cerca hemos asumido la pérdida que ha significado la desaparición del western. Desde entonces, las películas han perdido buena parte, si no toda, de su aura mítica, de su conexión con las historias fundacionales, con las historias y leyendas que nos han alimentado por siglos y siglos y que habían encontrado en el género de diligencias y pistoleros una suerte de espacio natural, una nueva piel para volver a circular. Lo interesante era que, al mismo tiempo, el western no se proponía explícitamente ser mítico, o no a buenas y primeras. A lo más, se utilizaba para hablar de la fundación de Estados Unidos. Pero las cintas se filmaban porque vendían, y mucho. Y para hacerlo debían responder a ciertas convenciones, que incluían pistolas, duelos, caballos, persecuciones, forajidos nobles, héroes temerarios, prostitutas de buen corazón, borrachos encantadores y todo lo que conocemos. En corto, si el mito palpitaba era sobre o bajo –como quiera verse– una historia convencionalmente armada, a gusto de grandes públicos.
“La leyenda del Rey Cangrejo”, recién estrenada en Mubi, lleva a estas reflexiones porque es una especie de western, al menos en su segunda parte, y porque tiene explícitos aires míticos, que van desde el título a la premisa sobre la que comienza, en la que un grupo de viejos amigos, italianos, bajo una luz invernal, tras comer, cantan canciones antiguas y hablan de la leyenda de Luciano (Gabriele Silli). Dicen que era un loco, era un noble, era un santo, era un borracho. Y la cinta se va a un pequeño poblado italiano, “a fines siglo XIX, comienzos del XX”, donde vemos a un hombre alto, desgarbado, barbón, borracho, a un joven, que camina entre ruinas, campos y ovejas. Aquella primera parte involucra un romance y un conflicto con el príncipe del lugar. En la segunda, Luciano ha huido a la remota Patagonia argentina, donde, en una isla perdida busca un tesoro escondido por el capitán de un barco naufragado. Pero detrás del tesoro, y de Luciano, anda también un grupo de piratas.
En ambas partes, si bien más en la segunda que en la primera, hay acción, pero la cinta dista de ser una película convencional. Formados en el cine documental, sus directores, Alessio Rigo de Righi y Matteo Zoppis, recurren a planos abiertos, más o menos quietos, y a escenas cuidadosamente fotografiadas, donde la atmósfera es más importante que las palabras o la acción. Es cine contemporáneo, de festival, por así decirlo, que se construye más a partir de silencios e implícitos, que de exposición y énfasis. Allí, el aire mítico, inmemorial, es abiertamente buscado. Es parte de su programa, si se quiere. Esto no es un problema necesariamente. De hecho la cinta funciona en varios planos: tiene una naturaleza arrolladora, donde los hombres aparecen sumergidos, borrándose contra ella; hay cantos a capella constantes, bonitos, que parecen que vinieran de muy lejos; Luciano está bien resuelto en sus ejes básicos. Llevar el aire mítico a un primero plano, sin embargo, le resta algo de vitalidad, de lecturas posibles a la cinta.
En el western, la posibilidad de la lectura mítica era latente, pero casi siempre había otras, anteriores, de las que hacerse cargo, como el dilema de confiar en la justicia o en la violencia, por ejemplo. La capa mítica de lo narrado era la mayor parte de las veces solo una sensación, algo inconsciente, que el espectador se llevaba para la casa sin enterarse del todo. Traer la situación mítica de frente, abiertamente, hace pesado el relato, extremadamente serio y puede significar traer también el realismo trastocado de las leyendas, como aquí se hace con el cangrejo (una centolla) de la segunda parte. Su lógica, en la leyenda oral, podría funcionar. En el cine, por su naturaleza realista, toda la idea de que el cangrejo es la guía hacia el tesoro se siente fuera de lugar, y con ella desbalancea la coherencia de Luciano (que lo cree), de los otros piratas (que lo siguen), y la cinta completa se convierte en otra cosa (o en lo que siempre quiso ser).
La leyenda del Rey Cangrejo
Dirigida por Alessio Rigo de Righi y Matteo Zoppis.
Italia, Francia, Argentina, 2021, 105 minutos.
En Mubi.
DRAMA/AVENTURA