Por fin, la escena que llevaba tanto tiempo esperando se presentaba en toda su evidencia: un joven sujeto revestido de overol blanco era detenido por carabineros. Ya era hora.
A partir de la reciente y desfachatada reaparición de esos sujetos en incidentes estudiantiles, la memoria nos había llevado hacia su primera violenta presencia en el asalto armado al cuartel de la PDI de calle Condell, y a sus continuas actuaciones durante la insurrección violenta de finales del 2019 y comienzos del 2020.
Las preguntas, ya antiguas, quizás tendrán ahora respuesta, a partir del joven detenido: ¿Quiénes son estos tipos que organizan y dirigen en terreno los actos de violencia, mientras transmiten una imagen asociativa que despliegan a través de su curiosa indumentaria? ¿Qué edades tienen? ¿Son todos chilenos? ¿Militan en la misma organización o pertenecen a diversos colectivos para dificultar así las tareas de inteligencia respecto de su estructura?
Al menos ya sabemos que uno de ellos es colombiano y que tiene solo 15 años. Dos datos impactantes. Pero, ¿llegaremos a saber algo más, mucho más?
Hubo, hace ya unos dos años, un anuncio espectacular: el entonces director de la PDI nos dijo algo así como que “ya lo sabemos todo y oportunamente lo comunicaremos”, en relación con los agentes organizadores y directivos del 18 de octubre de 2019. Impresionante en su momento, pero… seguimos esperando. Nunca se supo nada; nadie más se refirió de ahí en adelante al tema; terminó el gobierno de Piñera y no hubo una sola explicación de lo que hasta el 10 de marzo de 2022 se había logrado saber. Nada.
¿Por qué?
Quizás el expresidente Piñera se negó a que la información recopilada se diera a conocer. Dos “buenas razones” pudo haber tenido para tomar una decisión de esa naturaleza. Por una parte, comunicarle al país la información sobre quiénes y de qué modo organizaron la insurrección violenta comprometía al propio Piñera a desplegar un conjunto de acciones políticas y judiciales que le resultaban muy desagradables. Por otra, esa misma comunicación habría reactivado la incómoda pregunta: ¿Presidente: usted supo de todo esto antes del 18 de octubre y no le hizo caso, o los servicios de inteligencia simplemente no funcionaron, y usted era tan ignorante de la conspiración en marcha como lo era cualquier ciudadano de a pie?
Pero es posible, también, que la declaración del entonces director de la PDI haya sido una simple fanfarronada, y que, por eso, hasta ahora no se ha logrado conocer el origen de la más violenta sublevación desplegada desde 1990 a la fecha.
Tal vez sin reparar en lo que sugería, el Presidente Boric ha declarado algo muy sutilmente interesante: “Nosotros, sin haber sido quienes organizamos el estallido social…”. O sea: alguien organizó, ¿no?
Entonces ahora, con un overol blanco detenido, ¿se podrá investigar a fondo la red violentista? Pero, seguramente, no es el gobierno encabezado por quien fue un activo manifestante callejero en sus años universitarios y, después, un iracundo interpelador de militares en plaza Baquedano, el que a partir de esta y otras detenciones quiera activar la investigación y divulgación de los agentes organizadores y directivos del 18 de octubre. Menos aún, con el Partido Comunista en el gobierno.
Si sucediera que otros muchos overoles blancos sigan manifestándose y no sean detenidos y debidamente interrogados, ¿será porque su indumentaria les otorga una credencial de protección en vez, justamente, de arriesgarlos a una detención selectiva? ¿Es que se sabe perfectamente quiénes son, dónde militan y qué compromisos podrían esgrimir y por eso se les deja actuar con total libertad?