Qué define un proyecto futbolístico: un plan técnico, la influencia de un entrenador, la convicción directiva o la continuidad de un plantel? El ‘Ballet Azul', por ejemplo, dominó toda una década con varios entrenadores (Alamos, Scopelli, Urrutia y Ramos), pero se quebró tras la decisión directiva de vender o jubilar a casi toda esa generación. La crisis duró un cuarto de siglo.
Casi siempre se asoció el éxito deportivo a una dupla técnico/ directiva. Aladino Gálvez con el Zorro Alamos el 73; Alonso con Santibáñez en la Unión de los 70; Stoppel y Cantatore en el Cobreloa dos veces finalista; Dragicevic y Menichetti en el ciclo virtuoso de Mirko Jozic. En las sociedades anónimas los mejores ejemplos estuvieron en el ColoColo de Borghi y en la U de Sampaoli, con directorios donde siempre hubo contrapesos y manifiestas disidencias.
El proyecto de Universidad Católica tiene particularidades. Ha dominado sin contrapeso los últimos cinco años con Mario Salas, Beñat, Quinteros, Holan, Poyet y Paulucci en el banco. Esa hegemonía no pudo trasladarse al plano internacional porque las prioridades jamás estuvieron en la Libertadores, por un tema de costos y de discontinuidad táctica. El técnico que salía campeón entregaba la posta —acelerada y ansiosamente— al que llegaba, no teniendo este último la facultad de armar el plantel a su medida ni hacer los ajustes requeridos.
¿La salida de un entrenador a mitad de temporada significa el fin de un proyecto? En mi criterio sí, porque las bases futbolísticas siempre las establece el entrenador. El gerente deportivo intenta conciliar dos realidades que muchas veces chocan entre sí. La UC de Buljubacich (porque así la llamará la historia) siempre condicionó su vuelo a las necesidades económicas. Nunca pudo retener a sus técnicos campeones y debió adecuar sus presupuestos a la realidad local. Paulucci, por ejemplo, debió tocar con lo que le trajeron y sospecho que nos costará saber si estaba realmente conforme con eso.
Ahora, ¿el ColoColo de Quinteros seguirá siendo el mismo con Leonidas Vial en el poder o repetirá los errores que casi lo llevan al descenso hace unos pocos meses? ¿Será capaz Alfredo Stöwhing de armonizar los requerimientos del entrenador con las arcas de la institución? ¿Habrá suficiente ambición como para acometer fuertemente en el plano internacional? Para Vial el desafío es mayúsculo: deberá lidiar con una barra violenta e ingobernable que, desde siempre, ha funcionado al amparo del club, con la modernización de un estadio que sufrió el paso del tiempo y con una pugna intestina que en el pasado ya se lo devoró todo.
Yo sé que es cruel meter a la U en este debate, porque hablar de proyecto técnico cuando el club se arrastra hacia el precipicio es un acto de maldad, pero necesario para dejar en claro que si llega Lasarte ya no será el “modelo Roggiero” el que estará aplicándose. Azul Azul estará en los libros de historia futbolera para explicar cómo una institución grande puede irse rápidamente al carajo. Hace una década jugaba semifinales de Copa Libertadores y ahora, por cuarto año consecutivo lucha por librarse del descenso, convertida en una paria social que no tiene ni estadio ni capacidad para jugar como local o visitante. Y eso es una tragedia que solo un mago, o un mesías o un superhéroe podrían revertir. Y Michael Clark es apenas el hombre invisible.