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Cartas
Jueves 28 de abril de 2022
Un cuento para meditar
Señor Director:
Un abuelo iba con su nieto a un matrimonio al pueblo vecino. Contaban con un burro para trasladarse.
Feliz los dos parten arriba del burro. Las personas, al verlos, airadas comienzan a gritar: ¡pobre burro que debe soportar tanta carga! El abuelo, para darles en el gusto, se baja del burro y siguen su camino con el niño arriba.
Las personas, al verlos, comienzan a gritar: ¡niño, ten compasión de tu anciano abuelo! El niño, al escuchar tal clamor, se baja del burro para que se suba el abuelo.
En ese nuevo escenario escuchan airados gritos: ¡viejo aprovechador, por qué tú cómodamente sentado y tu nieto caminando! Al ver que no había cómo contentar a las personas se bajan los dos y comienzan a caminar con el animal al lado.
No pasó más de un segundo cuando quienes los vieron se mofaban de ellos gritando desaforadamente: ¡qué personas más estúpidas, tienen un burro y no lo usan!
Ese es el drama de Chile: haga lo que haga alguien, lo van a criticar. Es parte de nuestra cultura agradecer poco, exigir mucho, quejarse por todo y desmotivar cualquier iniciativa que implique algo nuevo, distinto y original. Es propio de nuestra idiosincrasia ser expertos para mirar la paja en el ojo ajeno y principiantes para mirar la viga que llevamos en nuestros propios ojos. Así, no es muy lejos donde vamos a llegar.
Fernando Chomali G.
Arzobispo de Concepción