Señor Director:

El Senado tiene en estos días la oportunidad de mostrar nuevamente su altura y capacidad de contrapeso a las decisiones de la Cámara de Diputados. Esta última aprobó la designación de dos integrantes al Tribunal Constitucional. Uno de ellos es el exdiputado Gonzalo Fuenzalida. Nadie pone en duda que él fue un buen diputado. Pero sabemos que su proyecto era seguir siéndolo por cuatro años más. Nunca, hasta ahora, estuvo en sus planes ser un juez constitucional.

La justicia constitucional exige que sus miembros tengan una cierta vocación y una trayectoria que los muestre más cerca del mundo del Derecho que de la lucha electoral. Quien hasta hace un mes manejaba con habilidad los códigos de la retórica política y de la estrategia legislativa, simplemente no puede de un día para otro dominar la cultura legal que habita en los tribunales y las formas deliberativas de la sala de audiencias.

Si evitar este tránsito siempre ha sido una razonable buena práctica, hoy es mucho más que eso y lo exige la justicia constitucional del mañana. Es imprescindible que el Senado corrija esta decisión.

Sebastián Soto Velasco
Profesor universitario