Señor Director:

¿Qué piensan los estudiantes del sistema escolar en el que están inmersos y que significan 12 años de su vida? Nunca he sabido que se les consulte respecto de objetivos, contenidos y fines de la educación.

Alguien dirá: ¡Cómo es eso de consultar con los estudiantes! ¡No tienen experiencia! Ellos contestarán que quieren menos obligaciones, menos responsabilidades, menos exigencias... ¡No lo creo! Cuando evalúan o se autoevalúan son mucho más exigentes de lo que se cree.

Me parece que es urgente indagar en sus modos de vida. No hay que olvidar que son el sujeto de la educación. ¿Qué los motiva, en qué piensan, cuáles son sus sueños, cómo los afecta el entorno en el que viven?

Por eso, aludo al arte de la educación. Porque el arte es siempre mirada proyectiva, renovada, que se aparta de las actitudes convencionales y rutinarias. Pero también está la educación por el arte: artes visuales, cine, danza, música, teatro, artesanías, arquitectura, diseño, las cuales nos invitan a imaginar, innovar, inventar, pensar, cuidar.

Se trata de entrenar nuestros sentidos, ejercitar la percepción, desarrollar la capacidad crítica no solo para relacionarse con el arte, sino también con el entorno cotidiano, el espacio de todos los días, los lugares y acciones de la existencia diaria. Existe una estética urbana que la educación ha desatendido.

Creo que la estética de lo cotidiano debiera tener un lugar preferente en el proceso escolar. Quién sabe si su contribución pueda mitigar el desborde de aquellos que hacen de la ciudad un tiro al blanco.

Milan Ivelic