Señor Director.

No deja de sorprender la Convención Constitucional. Cuando uno está recuperándose del misil al Parlamento, estando dentro los senadores y diputados (en español, eso incluye a diputadas), las inefables comisiones nos impactan con un verdadero rocket a la educación y al sistema de salud.

Por cierto, son figuras al escribir; en Chile solo están en guerra algunos grupos de comuneros mapuches, que responden al ofrecimiento de diálogo con balazos, incendios y tomas.

Se nos argumenta desde la Convención que debe considerarse lo aprobado en el pleno, y no lo que tiene mayoría en las comisiones. Pero lo que se aprueba en el pleno, luego de pasar por una cocinería no muy paritaria ni plurinacional, sigue siendo parte de una visión apropiada para Macondo del siglo XX, no para Chile del siglo XXI.

Recién conocimos que un alto porcentaje de los niños chilenos no comprende lo que lee. También existen muchísimos adultos analfabetos funcionales. Eso no existe para los debates sobre educación escolar.

Algunos entendemos que, constantemente, las comisiones hacen planteamientos con el tejo pasado, y luego, el pleno estira la cuerda al máximo. Creo que si siguen así, la cuerda se puede romper, y nos quedaremos sin nueva Constitución. Ojalá exista una vía razonable y mayoritaria para tener una que sea adecuada para Chile XXI, dejando de lado el realismo mágico.

Hugo Lavados Montes
Profesor de Economía