Se jugó en el curso de tres años, a partir del 8 de octubre de 2020 y terminando antenoche, 29 de marzo de 2022. En ese lapso tuvimos dos entrenadores, Reinaldo Rueda y Martín Lasarte. Dos presidentes, Sebastián Moreno y Pablo Milad. Dos Presidentes de la República, Sebastián Piñera y Gabriel Boric.
Nada fue suficiente y quedamos fuera del repechaje, que era nuestra última opción de jugar el Mundial de Qatar. Y se cumplirán dos mundiales por la tele para los chilenos. ¿Qué pasó? Que se terminó la Generación Dorada, que para el Mundial de Rusia se farreó la clasificación y para el actual se presentó en vías de extinción.
Y eso es todo. Cualquiera otra explicación pecará de parcial, exagerada y, de todos modos, limitada. Otras, en cambio, resultarán demasiado amplias e imprecisas, como la de Milad, que ha dicho que “este no es sólo un fracaso mío, sino que de todo el fútbol chileno”. Alguien, creo yo, se salvará. Uno que sea. Por ejemplo, el público de la última y triste jornada en San Carlos de Apoquindo.
Ese público. No el del partido contra Ecuador.
El aplauso cálido y nostálgico de la noche precordillerana nos habla de un encuentro del futbolista con su sostenedor. Y es algo que se debe anotar, pues esa relación se ha ido deteriorando con el tiempo. Algunas situaciones de la cancha (como las simulaciones y el golpe aleve), otras al exterior (principalmente indisciplinas), a las que deben agregar los negativos resultados internacionales (con los clubes y la selección), configuran un cuadro de descrédito del futbolista profesional ante el aficionado y ante el público general. Ya no basta con excusas livianas.
Ese aplauso cariñoso de la despedida nos dice que el público agradece el esfuerzo, la entrega, junto con la calidad. Porque la generación que se despide, aunque no sea formalmente, exhibió un juego que además de su eficacia mostró esfuerzo. La planificación memorizada por la repetición que aportó Marcelo Bielsa contó con la aplicación de un táctico y obediente plantel de jugadores. Y eso se premia con el aplauso de despedida. Conviene que lo anoten los actuales seleccionados menores y los planteles juveniles y adultos de los clubes.
¿Tendremos una nueva generación como la que hoy se extingue? Nadie lo puede saber y los técnicos en contacto con los más jóvenes no nos advierten de algún hallazgo. Se oía a veces decir que “en la juvenil del Colo hay goleador notable” o “hay un arquero que pinta para crack en San Luis”. Algunos llegaban y otros no, pero se anunciaban. Hoy no se escucha. Y más de alguien dice: “Si hubiera un jugador como Medel, se sabría y le quitaría el puesto”. Cierto, pero ¿y si está en la juvenil de algún club en el sur o en el norte? No lo sabemos.
La Generación Dorada nació espontáneamente. Sus ídolos aparecieron como juveniles y nadie los trajo juntos desde la segunda infantil. Así es que veamos. Pero veamos mientras vamos trabajando con los niños, cosa que ya sabemos que se hace mal.
Recuerdo el aplauso de San Carlos y confirmo que lo bueno se agradece.