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Cartas
Viernes 25 de marzo de 2022
Amnistía para delincuentes
Señor Director:
El proyecto de ley de amnistía asume que los autores del delito son, y lo cito, “jóvenes que han vivido en la pobreza o en la marginación social, que han sido históricamente vulnerados en sus derechos humanos y carentes de protección social”. Ellos, los delincuentes, son víctimas “en un marco anormal de graves y masivas violaciones en sus derechos humanos…”. El texto del proyecto es delirante en su lógica.
Ellos son víctimas de alguna forma de injusticia, y por eso, son acreedores y no deudores de nada. Pareciera que basta sentirse víctima para validar todo tipo de tropelías. Ya no existen culpables, solo víctimas: víctimas del sistema, de la injusticia, de la corrupción, de un Estado o un empresariado opresor, de múltiples factores biopsicológicos o socioculturales que los marcaron desde su cuna. Nadie se hace responsable de su propia conducta.
Es la sociedad, el ambiente sociocultural, las estructuras de pecado, los únicos factores llamados a explicar la conducta delictiva. Se está dando una monumental abdicación de la propia libertad y de la propia responsabilidad. La persona es declarada inocente de sus infamias a causa del contexto que la obligó a proceder mal. La falta se traslada así del individuo al sistema, lo que deja entrever un momento —una edad de oro— en el que, con la desaparición del orden social malo, los seres serán por fin ellos mismos y el mal quedará abolido.
Nacidos buenos y libres, estamos predestinados al goce o al bien y si en nosotros hay corrupción o frustración, ello se debe a la acción de fuerzas represivas y a la injusticia social. Se trata de no comprometer a la persona en el mal que comete. ¡Es la sociedad que está en ti la culpable!, tú eres inocente: es el credo de cierto humanismo moderno. Tratadas como víctimas del sistema, las personas ya no son responsables, sino que son seres poseídos. Y aquello a lo que se apunta es no al prójimo de carne y hueso, sino a la burguesía, al capitalismo, al neoliberalismo, es decir, el sistema en que mora el individuo y lo manipula. Se proclama la libertad, pero se abdica de ella a la hora de juzgar las propias acciones.
Jorge Peña Vial