Señor Director:

Un amigo me pregunta qué es un Estado fallido. Le explico la complejidad del término, pero para ahorrarme la lata, le digo que se lo voy a ilustrar haciendo alusión a lo que la prensa europea —y Tony Judt, uno de los más notables intelectuales de los últimos cincuenta años— califica como uno de los complejos Estados fallidos del mundo.

Bélgica es un país dividido por lengua, territorio y religión. Hay tres regiones: Valonia, que habla francés; Flandes, que habla neerlandés; finalmente está Bruselas, que, para mayor complejidad, es parte de ambas comunidades. Cada una de estas regiones tiene su propio Parlamento y además hay un Parlamento nacional. Hay dos partidos socialistas (uno flamenco y otro francófono); lo mismo pasa con los democratacristianos y liberales. Los socialistas dominan la política flamenca; la DC, la valona; y los liberales predominan en Bruselas. Además, hay diez provincias (cinco en Flandes y cinco en Valonia) y estas tienen también competencias administrativas y de gobierno.

La Constitución obliga a que el Gobierno nacional esté integrado por igual número de ministros que hablen neerlandés y francés, y el Primer Ministro tiene obligatoriamente que hablar ambas lenguas.

En el año 2020 el Parlamento tomó un año y diez meses para elegir Primer Ministro.

Genaro Arriagada Herrera