Al Gobierno no llegó solo un nuevo Presidente; llegó un proyecto político fresco y en constante construcción, llegó un trabajo colectivo y sistemático de años. Hoy, a La Moneda entraron muchos y muchas. Entraron las movilizaciones de los últimos 15 años que sacudieron los sentidos comunes y las ideas de cambio que se forjaron por fuera de los partidos tradicionales. Entraron las fuerzas feministas que pintan de morado la casa de gobierno y los y las jóvenes de todas las generaciones. Sobre todo, entraron niños y niñas que con sus regalos adornarán cada rincón de la oficina del Presidente y que con todos sus sueños lo mantendrán despierto.
Este gobierno se construye desde la premisa de que hacer cambios hoy es construir paz, es ser responsable. Porque hablar de cambios no es abstracto ni radical, no es utópico ni inseguro. Es democratizar: la política, para que vuelva a ser una herramienta que les sirva a las personas; la economía, para que podamos convivir en un marco de justicia e igualdad; el espacio público, para que se expresen todas las diversidades, formas de vida, ideas y expresiones; las instituciones, por ejemplo, con la paridad de género, para que los espacios de representación se parezcan más al Chile real. Hablar de cambios hoy, es hablar de democratizar el poder. Y repartir poder es fortalecer la democracia, es estabilidad.
Hay un equipo que transita un camino con la mirada en el pasado, en el presente y en el futuro. En el pasado, porque —como dijo el Presidente— no partimos de cero, nos hacemos parte de una historia que nos excede a todos y todas. Porque hay una crisis institucional que sigue latente, una herida profunda que aún necesitamos sanar. En el presente, porque los desafíos y las urgencias están aquí y ahora, en salud, educación, trabajo, economía. Y también en el futuro, porque no solo llegaron a administrar el poder por cuatro años; también a proponer un horizonte de dignidad y buen vivir sostenible y responsable con las presentes y futuras generaciones.
Para ello, este gobierno cuenta con una brújula para no perder el norte, con una base social que hace de ancla para no perder el sentido de realidad, con una red de expertos con las herramientas necesarias para llegar a puerto, con un gabinete que en su diversidad entrega perspectiva y un Presidente que complementa sus profundas convicciones con la escucha genuina de quienes lo rodean y de las conversaciones que van construyéndose en el constante recorrido de esta franja llamada Chile. Se trata de una generación que tiene fuerza, creatividad y un profundo sentido de responsabilidad. Que tiene vértigo y dudas, pero también capacidad de reconocer y enmendar errores.
Creo que este gobierno y su Presidente abren un nuevo ciclo en Chile. Pasamos de un millonario empresario que el 2019 declaró estar en guerra contra un enemigo poderoso, a un ex dirigente estudiantil que hoy desde ese balcón llamaba a volver a querernos, a volver a sonreír, a volver a abrazarnos.