Señor Director:

Quien lea esta carta solo imagine que cuando nació, un grupo de personas ya podía pronosticar su orientación sexual, y como no respiraba como todos, le entubaron un aparato para ser más normal y le daban clases para enderezarlo y encajar con la sociedad.

Un par de años más tarde vieron que su respiración era similar a muchos, pero no les terminaba de convencer; por lo tanto crearon un acuerdo para que a aquellos individuos que tuvieran esa misma sintonía de respiración se les dieran algunos derechos similares según la sociedad donde vivían. Además, como en la respiración se podían ver ciertos colores y les molestaba a un determinado grupo de gente, para protegerlos crearon una ley. Así, en caso de alguna discriminación o maltrato, el Estado los podía defender sin ningún tipo de aprensión.

Ahora, que el lector imagine que hubiera nacido sin ningún prejuicio, sin ninguna connotación y etiquetas, y no tenía que esconderse para poder respirar de manera normal al igual que los demás. Que imagine poder respirar con quien quiera, sin importar su sexo, orientación sexual, identidad de género, que solo imagine eso. Respirar libremente. Por eso hoy, muchos y muchas podemos respirar más tranquilos porque el “Amor es Amor” es tan normal como respirar. Viva el matrimonio igualitario.

Pablo Samuel
Psicólogo