Desde la partida y caída del dirigente Sergio Jadue, el examigo, la ANFP se propuso limpiar el lugar, cambiar las costumbres y transparentar la gestión de los asociados, en la medida de lo posible.
Los presidentes venideros, eso sí, tomaron una de las banderas de Sergio Jadue y la ondearon con notoria voluntad.
No contemos al fugaz interino Jaime Baeza, pero sí a Arturo Salah, Sebastián Moreno y Pablo Milad.
¿Qué decía la bandera? Un nuevo Juan Pinto Durán.
Jadue, el 2013, habló de quince hectáreas por Chicureo o Pudahuel, con el correr de los años se cambió a la comuna de La Pintana, y posteriormente Milad, con el respaldo de Julio Isamit, ministro de Bienes Nacionales, en diciembre del 2020, anunció la comuna definitiva: San Bernardo, junto al cerro Chena, para iniciar los estudios de suelo, ingeniería y arquitectura, y empezar a construir a fines del 2021.
También se suspendió y desechó, por supuesto.
Así que no hay nada.
Francis Cagigao, el director deportivo nacional, se encontró con la misma cosa, de acuerdo a sus declaraciones textuales: “Nada testimonial”.
Es decir, llegó y cero documentos, ningún archivo, ni un pendrive, tampoco planillas excel, archivos en papel, carpetas electrónicas, ficheros, inventarios. En fin. Algo.
Algo sorprendente, porque en los planes estratégicos y maestros de la ANFP —que a veces se superponen— siempre hubo un apartado para las selecciones y su trabajo, y no digamos de la adulta y sus logros.
Eso se sabía y lo dijeron claramente Salah, Moreno y Milad, cada vez que pudieron, porque era algo que estaba en el corazón de su gestión.
Es decir, sus gobiernos y ejes se basaban en un plan que reunía y conectaba a la ANFP, clubes y selecciones, y que tomaba energía y adquiría sentido desde esa sinergia.
Con las selecciones, además, había algo extra, un plan deportivo transversal, unido al maestro y al integral.
Resulta que Cagigao no encontró nada.
Puede que no haya buscado bien, quizás le faltó minucia, tiempo o no escarbó lo suficiente, pero sea como sea, el español simplemente no dio con el plan transversal, tampoco con el maestro y menos con el integral.
Es que ni siquiera encontró informes de jugadores.
En tres palabras: no había nada.
¿Algo sobre los intensos microciclos de don Reinaldo Rueda, el gran formador? No.
¿Algún apunte, un cuaderno universitario anillado con marcas, para saber la edad, estatura y peso de los campeones? No.
¿Me creería alguna fichita suelta en algún pendrive que apareció al fondo de un cajón cerrado con llave? Tampoco.
Por lo tanto, a semanas y días de los partidos decisivos, podemos repetir la vieja frase, al menos hasta la mitad, por ahora: “Porque no tenemos nada”.
En cuatro semanas y después que se haya despejado lo del Mundial de Qatar, la completamos: “Queremos hacerlo todo”.