“Solo cuando baja la marea se descubre quién ha estado bañándose desnudo”. Estas fueron las sabias palabras utilizadas por Warren Buffet, el gurú de las finanzas, para explicar cómo la crisis financiera de 2009 permitió distinguir a los inversionistas especulativos de aquellos orientados al largo plazo. Los años previos, cuando abundaba la plata fácil, habían llevado a numerosos inversionistas —convencidos de que su extraordinario talento y conocimiento era invencible— a tomar demasiado riesgo. El cambio abrupto en las condiciones económicas vació la piscina, y relegó a la vergüenza a los juguetones.
El fin del verano y el cambio de gobierno coinciden con un ciclo de marea baja en nuestro país. En los últimos dos años nuestra piscina perdió el tapón cuando el mensaje de un país fracasado encontró eco. Pero la marea se mantuvo alta, alimentada por un cautivante mensaje de cambio y esperanza, junto a un chorro de gasto fiscal y platas de pensiones. El mensaje y los recursos han sido de tal intensidad que el país se encuentra todavía con una sensación de confort, al mismo tiempo que se vive un proceso de refundación total.
La plata fácil va en retirada y el sueño de la casa común también. Desconocemos la velocidad a la que se desaguará la piscina, pero, meses más o meses menos, se avecina una desaceleración importante que ya comienza a dar sus primeras luces. Y parafraseando a Buffet, más temprano que tarde sabremos si nuestro traje de baño bajó a las rodillas o simplemente se lo llevó la corriente del buenismo y la irresponsabilidad.
Esta vez nos toca a nosotros, dice más de algún sabio, lo que no hace menos dañino el camino escogido. Esta brillante lógica permite recordar que la bajamar se produce en el atardecer, cuando la luz se retira.
La velocidad con que baje la marea es posiblemente uno de los nudos críticos para la Convención. El debate constitucional no llama la atención del público general, sino solo de una élite, porque, más allá de sus dimensiones técnicas y altamente sofisticadas, el bolsillo no ha sufrido en demasía. Por ello, el momento macroeconómico del plebiscito será importante para definir su éxito o fracaso. Si el nivel del agua continúa alto por unos meses, el sueño seguirá en alto, independiente de la calidad de la propuesta constitucional. Si, en cambio, el agua baja rápido, el desencanto y la vergüenza de encontrarse desnudo podría inclinar la balanza en contra del proceso.
Casi no importando la calidad del producto, la estrategia de la mayoría de los convencionales es sacar esto rápido, antes que la marea baje demasiado. ¿Y el traje de baño? Una nueva oportunidad de negocio para Spencer Tunick.