En el fútbol los resultados suben al marcador y quedan escritos en piedra. Noventa minutos más 6, cocinado, listo y definitivo: Bolivia 2 y Chile 3. Punto final.
¿Qué más se puede decir?
Que hay un cuarto de hora que no quedó escrito. Y agregar que la vida es eterna en quince minutos.
Acá empiezan.
60'. Bolivia hace tres cambios en cascada, porque el entrenador sabe lo que se está jugando. Ese es el problema, que el nuestro fue lenteja en Calama y está siendo lenteja en La Paz. ¿Quién nos entrena? ¿Por qué no se aviva? ¿Es una legumbre, acaso?
62'. El uruguayo Martín Lasarte todavía se lo está pensando. Un televidente normal, en ese momento simbólico, se para de donde esté sentado —sea sofá, banca, suelo, taburete, puf o sillón—, se da una vuelta alrededor de sí mismo y regresa a su sitio, es decir, a sus cabales y asiento.
64'. ¿Será posible? Todavía no ocurre nada. ¿Y el mentado Montecinos? ¿Qué estamos esperando? Una cosa más, aunque esto es por piedad intelectual, no me digan de nuevo que es hijo del “Pelado” Montecinos.
65'. “Nos salvamos” es el título de la película y la estrella es Brayan Cortés, cuando uno de los bolivianos que entró, precisamente, hizo la carrera y la jugada. Brazo portentoso del chileno.
66'. El telespectador normal de nuevo se pone de pie y después de dos vueltas rápidas sobre sí mismo, regresa a su lugar, pero ahora deja algo inentendible en el aire, es una mezcla: masculla, resopla y maldice. En ese barbullar algo se escucha. Lasarte se escucha y cosas que no vienen al caso repetir.
67'. “Nos salvamos 2”, Moreno Martins y manotazo de Cortés.
68'. “Nos salvamos 3”, el portero roza la pelota que rebota en el palo vertical.
69'. Lasarte por fin se resuelve e ingresan Claudio Baeza y Pablo Parra, y al mismo normal y corriente que mira la tele de ene pulgadas le entra otra inquietud, ya son varias y no desde ahora, sino desde hace harto tiempo, pero tampoco nos vayamos por las ramas, porque se nos acaba el tiempo, por lo tanto, esta es la pregunta: ¿dónde juega Parra? ¿En qué equipo? Anda a Google y averigua.
70'. “Nos salvamos 4”, esta vez fue solo el palo horizontal.
75'. Ingresa la gran esperanza blanca. ¿No debió ser desde el inicio o partir del segundo tiempo, al menos? Ahora que faltan quince cortos minutos, lo pone. ¡Apenas un cuarto de hora para Joaquín Montecinos! ¡No puede ser! ¡Es que no puede ser! El que sale es Ben Brereton, el gran aporte de Reinaldo Rueda, un burócrata ejemplar en la administración de ciclos y microciclos. Su microaporte fue Brereton, donde menos mal que le hizo caso al scouter, al papeleo, llamó al teléfono que le dieron y habló con la mamá de Ben. A propósito: ¿le dije quién es el papá de Montecinos? Entonces se lo digo ahora: el “Pelado” Montecinos.
Así es como termina el cuarto de hora.