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Editorial
Martes 25 de enero de 2022
Reemplazo en el Banco Central
Corresponde que el Ejecutivo, haciendo uso de sus atribuciones, nombre al nuevo presidente del Banco a la mayor brevedad.
Se ha valorado transversalmente la designación del economista Mario Marcel como ministro de Hacienda del próximo gobierno. Ello, tanto por sus indiscutidas capacidades como porque la nominación significa un reconocimiento por parte de las futuras autoridades de la importancia de principios como la responsabilidad fiscal, el realismo y el rigor en el diseño de las políticas públicas, que Marcel ha encarnado a lo largo de su trayectoria. Contrastan con ello y resultan, en cambio, confusas algunas señales que se han venido dando respecto de su reemplazo como consejero y como presidente del Banco Central. En efecto, la ley orgánica que rige a esta institución establece que el Presidente de la República tiene las atribuciones para nombrar, de entre los consejeros en ejercicio, al reemplazante de Marcel como cabeza del ente emisor. Así, contando con consejeros destacados, no se entiende el sentido de las conversaciones reconocidas tanto por el Presidente Piñera como por el Presidente electo respecto precisamente de este tema.
La institucionalidad del Banco se ha construido sobre la lógica de evitar que la renovación de los consejeros y del presidente permita a los gobiernos de turno ir designando a su arbitrio a sus autoridades. En el caso de los consejeros, sus períodos culminan en distintos momentos en el tiempo y su reemplazo requiere el acuerdo del Senado. Respecto del presidente, su designación corresponde al Presidente de la República, pero la duración de su mandato lleva a que naturalmente los gobiernos deban convivir con presidentes nombrados por otra administración, a veces de signo político opuesto. Ello no ha dificultado la necesaria coordinación y en cambio ha potenciado la autonomía de este órgano y fortalecido su institucionalidad. Así, por ejemplo, Vittorio Corbo —nombrado por Ricardo Lagos — fue presidente del Banco durante buena parte del primer mandato de la Presidenta Bachelet. José De Gregorio, nombrado por esta última, presidió la entidad durante un período importante de la primera administración Piñera. Algo similar sucedió con Rodrigo Vergara, quien, nombrado por Piñera, lideró la institución durante la segunda administración Bachelet. Finalmente, el mismo Marcel —nombrado por Bachelet— presidió el Banco durante la mayor parte del actual mandato presidencial.
Por lo mismo, corresponde que ahora el Presidente Piñera nombre a quien reemplazará a Mario Marcel a la mayor brevedad, haciendo uso de sus atribuciones; las mayores o menores afinidades políticas con el próximo gobierno no debieran ser un elemento relevante en esa decisión, como no lo han sido en el pasado. El hecho de que estén transcurriendo ya varios días entre el anuncio de la designación en Hacienda y la materialización de la salida de Marcel del Banco ha abierto el espacio a especulaciones sobre posibles negociaciones entre la administración entrante y el gobierno en torno al tema. Estas especulaciones son muy dañinas para la institucionalidad del Central y para el propio economista.
Esta situación es particularmente compleja en el contexto actual. Por una parte, la alta inflación exigirá al ente emisor redoblar sus esfuerzos para anclar las expectativas, ante lo cual parece necesario blindar a este organismo de cualquier insinuación de influencia política. Por otro lado, todo cambio de conducción presupone desafíos, aun en una institución caracterizada por una gran estabilidad de sus equipos. El liderazgo del presidente saliente, y lo inusitado que resulta el paso a Teatinos a partir de marzo, hacen aún más necesario proceder de un modo tal que redunde en el fortalecimiento del propio Banco y de quienes sean sus nuevas autoridades, lo que permitirá una mejor transición. En un contexto en que se discute el futuro de la institucionalidad monetaria en la Constitución, ello resulta de especial relevancia.