Gabriel Boric, el Presidente electo e hincha de la Universidad Católica, ya hizo más que todos sus antecesores. En medio de los incidentes que interrumpieron la final de la Supercopa, lamentó lo que estaba viendo e hizo un urgente llamado, vía Twitter, para ponerle fin a la violencia en los estadios. Sin eufemismos ni tibiezas. Si es capaz de avanzar en las medidas que urgen desde hace rato y que podrían contribuir, ya podríamos ganar una pizca de esperanza en un panorama que hoy es sombrío, triste e irremediable.
Gabriel Suazo, el capitán de los albos, ratificó el cansancio que nos agobia a todos, condenando a su propia barra brava en medio de un festejo merecido.
Colo Colo fue superior en el primer clásico del año porque fue capaz de ratificar los puntos más altos de Gustavo Benítez. Como le aconteció en aquel recordado partido en el Monumental, Paulucci no tuvo respuestas tácticas para la superioridad del rival. La sensación de que el plantel no fue adecuadamente potenciado para los desafíos del actual torneo parece ratificarse, pese a que la ilusión pasa no solo por el pentacampeonato, sino también por la Copa Libertadores.
Colo Colo gana su segundo título con Quinteros y goza de un momento importante. El primer paso para romper la hegemonía de los cruzados ya está dado, en una demostración de su afán competitivo. Pero la realidad le impone una tarea que aparece monumental: contener a su hinchada más violenta y vandálica. Eso no es menor, porque supone un desafío que hasta ahora nuestros dirigentes han eludido. Ya está dicho muchas veces. Y ahora lleva sello presidencial.