Un presidente de un partido de Chile Vamos habló esta semana —a propósito del nombramiento del equipo de ministros del Presidente electo— que la derecha armaría un “gabinete en la sombra” para hacerle frente al gabinete de Boric.
La idea no es original, porque viene del concepto de “shadow cabinet” británico, donde efectivamente la oposición designa personeros que se convierten en contraparte oficial de los ministros titulares, especialmente en carteras sectoriales como Vivienda, Educación o Transporte.
En un sistema parlamentario como el de Reino Unido la cosa resulta relativamente bien, porque lo usual es que el “ministro en la sombra” sea colega del “ministro titular” en el Parlamento, y que, por lo tanto, la opinión pública los perciba como “pares equivalentes”, solo que con puntos de vista distintos.
Perdón lo matapasiones, pero creo que esa idea no resultará hoy en Chile.
¿A las ministras que juraron con “pañuelo verde” en la muñeca se les pararán al frente mujeres sin pañuelo verde? ¿Los ministros sin corbata serán fiscalizados por tipos con corbata? ¿Los de regiones por santiaguinos? ¿Los gay por heteros? ¿Los ciclistas por automovilistas? ¿Los veganos por carnívoros? ¿Los animalistas por criadores de caballos corraleros?
No. Las categorías ahora son otras. Esto cambió de verdad, y mientras más se demore la derecha en darse cuenta, peor para ellos.
Aquí lo que pasó es que una generación no de hijos, sino que de nietos, peleó contra los viejos hasta que se tomó por asalto el poder en la izquierda. La firma de la paz la sellaron privadamente Ricardo Lagos Escobar (83) y Gabriel Boric (35) en la casa del exministro Luis Maira (81). Horas después, el expresidente Lagos le comunicó al país que apoyaría a Boric en segunda vuelta y ahí se resolvió toda la elección presidencial.
Esa “pipa de la paz” debieron fumarla Ricardo Lagos Weber (59) con Gabriel Boric (35) —y no sé si necesariamente combustionando tabaco—, pero no, fue con Lagos Escobar (83). Es que los abuelos no querían soltar el poder (en eso sí vale la analogía con los británicos, porque la reina Isabel nunca quiso dejarle el trono al hijo y lo más probable es que el nieto tome el poder).
Como sea, los nietos (ojalá no se conviertan en “nietitos”, por favor) ahora empezarán a gobernar.
La derecha tiene que observar, tomar nota de eso y actuar en consecuencia. Allí está comenzando a producirse un recambio generacional, pero muy tímido aún.
Más que andar pensando en “gabinetes en la sombra”, lo que tiene que hacer la derecha es sacar de la sombra a sus figuras nuevas, juveniles, con miradas y estrategias distintas. Quienes siguen manejando el poder tienen que abrirles paso, y si no, las nuevas generaciones tendrán que tomarse el poder por asalto. Si uno mira hacia atrás, qué distinto habría sido si las subsecretarias y subsecretarios de Sebastián Piñera hubiesen sido los ministros. Por ahí era el camino, quizás.
Es que insisto: más que armar un “gabinete en la sombra”, la obligación de la derecha es comenzar a ofrecer “algo nuevo bajo el sol”.