No es un ejercicio que, por reiterativo, sea innecesario: el deporte es competencia y, cada tanto, elegir a los mejores en las diversas categorías es una acción plenamente justificada. Es parte de su esencia, aunque algunos lateros digan que no se pueden comparar peras con manzanas ni una época o circunstancia con otra…
En el fútbol actual, el tema de las comparaciones rebasa ya las inclinaciones por uno u otro jugador. Ya no es lo único atractivo decidir cuál de ellos tiene más talento o encandila más. Hace algunas décadas, definir si Pelé, Di Stéfano o Maradona eran los mejores de la historia era entretenido, porque realmente había argumentación para defender una u otra postura.
Pero hoy, con la multiplicidad competitiva y la gran cantidad de premios que se reparten anualmente, a nadie le importa mucho si es Lionel Messi o Cristiano Ronaldo el que sea escogido como el mejor. Se sabe que, en el fondo, la repartición equitativa mantiene vivo el negocio y el marketing. Ya no hay mucha argumentación, sino que solo objetivos que cumplir.
Por eso, los premios futboleros en otras categorías son hoy más estimulantes de escoger. Y quizás la elección del mejor entrenador del año, ya sea local o internacionalmente, sea la más atractiva de todas.
Claro, porque, ¿qué define la designación del mejor entrenador? ¿Los títulos obtenidos? ¿La forma en que juegan sus equipos? ¿La propuesta colectiva? ¿El rendimiento individual que logra sacar un entrenador?
Puede ser cualquiera de esas variables, o tal vez la suma de todas ellas. Pero siempre habrá otra pregunta adicional: al que uno elige como mejor DT, ¿debe ser el que me interpreta o puede ser alguno que tenga como opción una idea distinta? En palabras simples: ¿elijo según mi gusto del fútbol o de acuerdo a los méritos del entrenador?
Complicado. Y ahí empieza el gran debate. ¿Puede ser acaso Marcelo Bielsa elegido mejor DT de la Premier League porque con Leeds, un equipo chico, igual tuvo una propuesta ofensiva, o prima que la campaña haya sido muy mediocre? ¿Es más elogiable la cuasi perfección del fútbol de posesión de Pep Guardiola en Manchester City que la verticalidad del Liverpool de Jurgen Klopp? ¿Quién tuvo más méritos reales en los últimos años? ¿Tuchel o Nagelsman? ¿Simeone, Scaloni o Gallardo? ¿Ferreira o Tite? ¿Paulucci, Quinteros o Huerta?
No hay opiniones iguales. Pero todas ellas son válidas y plenamente respetables. Lo importante, sin duda, es la argumentación que sostenga el punto de vista. Y también que se entienda que en esta discusión futbolera siempre prima la subjetividad y que, por tanto, no se puede intentar imponer el gusto propio como verdad absoluta y definitiva.
Fíjese que sí, Guardiola es el que mejor expresa en sus equipos la idea que defiende. Tuchel es el más estratégico de los DT alemanes en la actualidad. Gallardo logra que River juegue con la potencialidad máxima de sus jugadores. Tite hace, a ratos, que Brasil vuelva a ser Brasil. Quinteros hizo que Colo Colo fuera el que más hiciera vibrar en su mejor momento.
Ahí está. Que comience el juego…(y se aceptan discrepancias).