“Estamos parados sobre hombros de gigantes” —dijo en un momento de su discurso el Presidente recién electo Gabriel Boric ante una multitud jubilosa. ¿Quiénes son esos gigantes a los que Boric debiera rendir un justo homenaje? No solo a Allende (por supuesto), ni a las figuras emblemáticas de la izquierda histórica, también a Lagos, a Aylwin, los Presidentes de la ex Concertación. Si Boric no hubiese cambiado su discurso en segunda vuelta y no hubiese recibido el apoyo claro y generoso de los líderes de esa apaleada Concertación, Boric no habría sido elegido Presidente de la República. Él lo sabe y su equipo político también: ahora tendrán que actuar en consecuencia.
No solo Boric fue elegido con un caudal impresionante de votos prestados, también con ideas prestadas, con citas indirectas y guiños a Aylwin y Lagos, con equipos de asesores de la centroizquierda que todos daban por muerta. ¿Murió la centroizquierda o acaba de renacer, en una suerte de reencarnación o transmigración de su alma a los mismos líderes que quisieron matarla? “No son treinta pesos, son treinta años”: la consigna no se sostiene hoy. Despunta una lectura del estallido más en clave socialdemócrata que en clave insurreccional. Eso es una buena noticia para Chile. “Los muertos que enterrasteis gozan de buena salud” —debieran haber coreado los líderes de la centroizquierda en la multitudinaria fiesta de ayer. ¿Ganó Apruebo Dignidad ayer? Sí. Pero también ganó la Concertación: sus ideas-fuerzas, sus valores, su sentido de la prudencia y la responsabilidad —palabra repetida más de diez veces en su discurso.
Boric y el “paso a paso”, que rima con “en la medida de lo posible de Aylwin”.
Esto se parece mucho a la historia del joven poeta rebelde y “maldito” Rimbaud en el siglo XIX que vibró con las barricadas de la Comuna de París ardiendo y que dijo “senté a la belleza en mis rodillas y la encontré amarga y la injurié”. Boric alguna vez sentó a la Concertación en sus rodillas, la encontró amarga y la injurió. Rimbaud al final de sus días, reconoce que sus sueños de cambiarlo todo (el ser humano, la poesía, etcétera) fueron delirios y que ahora debía “abrazar la rugosa realidad”. Y él mismo que la injurió ahora confiesa: “hoy sé saludar a la belleza”. Boric: “hoy sé saludar a la Concertación”.
“Solo con ardiente paciencia entraremos en las espléndidas ciudades” —afirmó el poeta en su testamento poético. Solo con ardiente paciencia, esta nueva generación entrará en las espléndidas ciudades de un Chile mejor. Boric debiera parecerse al último Rimbaud más que a Ícaro que, por querer subir al cielo, quemó sus alas y cayó desplomado en brazos de su padre Dédalo. Ahí está la hermosa escultura de Rebeca Matte (tantas veces vandalizada desde octubre de 2019) “Unidos en la gloria y en la muerte”. La gloria de este día también debe ser compartida con Dédalo (Lagos, por ejemplo). A pesar de no haberlo citado en su discurso (ahí le faltó un poco de generosidad), estuvo presente incluso en una frase típica del ex mandatario que se coló en sus palabras (no sé si consciente o inconscientemente): “qué duda cabe”.
Qué duda cabe: gran triunfo de Boric, pero sobre hombros de esos gigantes que fueron capaces de armar un nuevo Chile después de la dictadura, que cambiaron la vida de las generaciones que hoy celebraban en las calles (mejorando su nivel de vida y educacional, entre otros) . “Sí, la nueva hora es muy exigente” —reconoció Rimbaud. Y caramba que lo es para Boric y el nuevo gobierno.
Para atravesar los años duros que vienen, y no zozobrar ni naufragar, deberá seguir sobre hombros de gigantes. A los que habría, por lo demás, rendir un justo homenaje y acto de desagravio después de tanta ingratitud. Los 30 años fueron y seguirán siendo: la historia nunca parte de cero. Boric parece haberlo entendido.