La última semana ha sido especial. Por primera vez en mucho tiempo, ha existido la oportunidad para observar el trabajo técnico de recambio del fútbol chileno por obra de los partidos amistosos jugados en Estados Unidos por la selección adulta que dirige Martín Lasarte, y por la participación de la Sub 20 que encabeza Patricio Ormazábal en el cuadrangular jugado en La Calera.
Han sido partidos trascendentes. Dejaron material de análisis.
De partida, hay que destacar un punto en ambas experiencias. Y es que si bien los resultados no influían en nada, tanto en Norteamérica como en la Quinta Región se vieron equipos no solo preocupados de encontrar funcionamiento, sino que también motivados por ganar. Y aunque ello implicó por momentos riesgos altos, debe quedar como punto a favor en la nueva piel que los jóvenes quieren conformar en las diversas categorías de la Roja.
Lo táctico, lo estratégico y lo técnico son también temas interesantes después de ver a los equipos de Lasarte y Ormazábal.
Está claro que en lo primero aún no hay mayores deseos de innovación a lo que ha prevalecido en las selecciones nacionales a todo nivel. Por razones diversas, eso sí. Lasarte explicó que prefirió mantener el esquema habitual (4-3-3) porque no tuvo tiempo para trabajar el otro dibujo que le agrada (el 3-4-1-2 es lo que ha presentado en la Copa América y en las eliminatorias). Y la decisión puede tener además otra justificación: la mayoría de los convocados para estos partidos juegan en equipos con esquemas rígidos, sin mayores variantes. Era demasiado riesgo variar.
En la Sub 20 esto también influyó, aunque en este caso el gusto técnico parece ser diferente. El DT Ormazábal opta por laterales con mayor confiabilidad defensiva porque su apuesta en cuanto a despliegue y ensanchamiento la prefiere realizar con sus volantes.
Los partidos de ambas selecciones trajeron también un debate muy atractivo: el tipo de creador, enganche o enlace que necesita Chile.
Los pases filtrados por Marcelo Allende en la adulta ante El Salvador reavivaron a quienes insisten en que Chile requiere con urgencia un jugador que sea capaz de dar pases mágicos y con ventaja, tal como lo hacían David Pizarro, Matías Fernández y más claramente, Jorge Valdivia.
Cierto, un jugador así es importante y puede ser decisivo. Pero ¿basta eso para destacar, en especial en el nivel más competitivo?
Pareciera que no. Aparte de tener un buen sentido de la oportunidad, un creador de alto nivel debe tener movilidad y capacidad para buscar los espacios. Allende no mostró mucho de ello, a diferencia de lo expuesto por Marcelino Núñez en el mismo equipo e incluso por Joan Cruz en la Sub 20. El análisis técnico dictaminará qué modelo es mejor instaurar.
Por último, la suma de los partidos que protagonizaron la adulta y la Sub 20 trajeron nombres que claramente hay que considerar de ahora en adelante como alternativas de corto y mediano plazo para los desafíos de la Roja y el mejor andar internacional del fútbol chileno. Sebastián Pérez, Marcelino Núñez, Joaquín Montecinos, Cristián Zavala, Bastián Roco, Bruno Gutiérrez, Joan Cruz, Lucas Soto, Lucas Assadi, Vicente Conelli, entre otros, son nombres que hay que empezar a tener en la mente y en la consideración.
No es poco. Hace tiempo no teníamos tanto de qué hablar.