Yo soy de los que todavía dice “la Chile” cuando se habla de la U. Y el “Chuncho” en vez del “León”. La vi bajar el 88, darlo vuelta muchas veces, llenar el estadio en los clásicos de los 80. Comencé a ver fútbol cuando el Ballet se extinguía, cuando Leonel se fue a Colo Colo y cuando alzó el título del 94, después de una espera que parecía eterna.
Estudié e hice clases en la Chile, y pese a que jamás fui hincha, aprendí a conocer la pasión de sus fanáticos, que siempre estuvieron lejos de la violencia, el desborde, el descuadre al que nos empezaron a acostumbrar sus vándalos desde los 90.
Por eso puedo decir que este no fue el partido más importante de la historia del club. Ni de lejos. Porque los partidos importantes siempre los jugó por ganar un título, o una copa. Este pleito, al igual que aquel frente a Iquique el 2019, son partidos por salvar la historia, la jerarquía y la división. Puedo agregar que sí fue un partido irrepetible, inolvidable y que quedará para siempre en la historia del club.
Fue un juego en solitario porque otra vez el núcleo más duro de su hinchada perjudicó al club, tal como lo han hecho al impedir la construcción de un estadio o al hacer huir a los niños de las tribunas. Fue un juego dramático porque no tuvo una correlación táctica adecuada al momento que se vivía, porque en la banca estaba el interino del interino. Fue llorada porque la remontada escapó a las estadísticas y a la lógica, en una temporada donde no quedó nada por hacer mal. El festejo se justifica y se comprende en la angustia y la ansiedad del momento, de la inminencia del infierno, de la debacle que se anunciaba.
Las razones de la victoria hay que buscarlas en las raíces de este club, en el tesoro mejor escondido de la mística de este club. Está en Arias y en Galani, en Larrivey y en Luján, en un joven Campos. Está en la irresponsable pero valiente actitud de “Cachila” y “Rocky”, en los millones de hinchas que, desde lejos, empujaban, paradójicamente, el milagro.
Hay razones para festejar, pero que el desborde dure poco. La lista de las urgencias del club es grande. De ordenamiento inmediato, de configuración del plantel, de elección del técnico, de ordenamiento directivo. Otras a más largo plazo: este club no puede seguir sin tener un estadio, porque debilita su poderío. Y, por sobre todo, tomar conciencia de lo que vale, en su mérito, una institución que es demasiado grande para vivir estas angustias. Se fue Huachipato y Curicó sufre por la permanencia debido a la remontada azul, que puso otra vez de moda el “lo damos vuelta”.
Son lágrimas válidas e importantes. Pero deben durar muy poco, porque es la hora de actuar con la cabeza fría. Y la seriedad que corresponde.