Previo a la primera vuelta, el programa económico de Gabriel Boric debió ser revisado por las críticas que recibieron sus cifras de ingresos y gastos fiscales. Luego de la elección, se decidió incorporar como asesores a varios destacados economistas cercanos a la ex-Concertación. Como sus gobiernos fueron muy criticados por el pacto que ahora apoya a Boric, eso pareció una señal de moderación que intentaba acercar sus posturas a categorías económicas que antes había repudiado.

A pesar de ello, el capítulo minero, más que moderación, expresa un cúmulo de aspiraciones de carácter genérico —aumento de valor agregado, sostenibilidad ambiental, empresas estatales—, distinto de un programa minero basado en temas específicos. Más aún, sin revelar detalles, su implementación contiene elementos que por momentos parecen quiméricos. Por ejemplo, pretender que el litio se desarrolle liderado por una empresa estatal que, al mismo tiempo, ejecute “el desarrollo estratégico de esa industria, le dé protagonismo a las comunidades” e incorpore innovaciones tecnológicas que “le agreguen valor”. Algo similar ocurre con la propuesta de una nueva fundición estatal, “que aumente la producción de cobre refinado con altos estándares ambientales”, una idea cuya rentabilidad económica ha sido permanentemente puesta en duda por los expertos. Asimismo, propone que Enami lidere un plan de fomento y desarrollo, “especialmente orientado a la micro, la pequeña y la minería artesanal”. Aspira a que este impulse su modernización tecnológica para “minimizar el impacto ambiental y aumentar su sustentabilidad”, como si los inmensos desafíos que enfrenta la minería pudieran ser abordados sin la escala necesaria. También propone que desde el Estado se aborde la solución tecnológica de los relaves y la optimización de la producción minera en general.

Adicionalmente, el programa postula un royalty reforzado de dos componentes: uno ad valorem, aplicado directamente a las toneladas producidas, y otro a la rentabilidad operacional, para “recuperar una proporción significativa de las rentas del cobre para Chile”. Probablemente eso lleve al país a tasas totales de tributación minera muy por encima de los estándares internacionales.

En la visión de Boric, la minería, clave en el desarrollo económico del país, pasaría a depender del liderazgo del Estado. Como este no ha mostrado, salvo destacadas excepciones, la eficiencia, flexibilidad y modernización tecnológica que requiere la minería para alcanzar los objetivos propuestos, su programa combina una falta de realismo con un exceso de voluntarismo, una receta que no augura buenos resultados.