He llegado a dos conclusiones preliminares y las voy a marcar con letras para su rápida y total comprensión.
a) La segunda vuelta no se jugará en los términos tradicionales de izquierda, centro y derecha.
b) Nadie sabe en qué términos se jugará.
Convengamos que se enfrentarán dos campañas del terror simultáneas, una encarnizada que va de derecha a izquierda y otra furibunda que va de izquierda a derecha. En estas circunstancias, mi naturaleza me ordena ir contra el tránsito cuando salga a la calle, aunque es poco lo que salgo. Lo otro sería encerrarse y ver alguna serie o leer, donde me permito recomendar dos cosas, de nuevo:
a) Buscar y ver la franja electoral de don Franco Parisi y el Partido de la Gente, donde el orden de los capítulos no altera el producto visual.
b) La lectura. Si usted es de Gabriel Boric me permito recordar un árbol icónico, perdón por la siutiquería, el ciprés magallánico. No subirlo, sino bajarlo y a su sombra leer “Los cipreses creen en Dios”, de un catalán del que nunca retengo el nombre. Si usted es de José Antonio Kast, menciono al pasar “El riego por tendido en la comuna de Paine” y “El rigor de la corneta”, de Arturo Givovich, con precaución, eso sí, porque era el favorito de Quién-Tú-Sabes.
Sigo adelante con el análisis, y llego a una reflexión sentimental: me conmueven los militantes del partido informal Yo No Me Pierdo, porque están totalmente perdidos.
La frase era una metáfora política más o menos distinguida, que apuntaba a principios profundos del Plebiscito de 1988, porque ahí nació el partido Yo No Me Pierdo.
Esos militantes ahora andan por un callejón oscuro de paredes oblicuas, piso irregular y hoyos por aquí y por allá, por donde torpemente avanzan como esas almas extraviadas que durante largo tiempo giraron en torno a la luz del poder, y hoy por hoy, ayayay, rondan en círculo por el Parque del Recuerdo más cercano.
Cualquier día de estos, advierto, un funcionario del camposanto y acaso militante del Partido de la Gente, los llama con una oferta de sitio. Respondan. No los desprecien.
¿No sé si el Partido de la Gente, a propósito de nada, cuenta con algún think tank?
Entiendo que los think tank que apoyan a Kast y Boric, desde las cercanías o lateralmente, están inquietos y con la urgente tarea de buscar similitudes de cualquier tipo con dicha agrupación, necesitan hablar el mismo idioma, toparse en algo y establecer puntos de contacto, los que encuentren, sea intelectual, social, escolar, gastronómico, deportivo, económico, en fin, por ADN, perfil bioquímico o código morse. Algo han logrado, de un lado y de otro, pero no demasiado.
Al final, y para variar, vayan por delante dos pensamientos más un epílogo que podría leerse como obituario.
a) Un triunfo de José Antonio Kast coloca en riesgo la democracia.
b) Un triunfo de Gabriel Boric coloca en peligro la democracia.
c) Si usted cree que una de las opciones o ambas son verdad, y en estos precisos momentos escucha un sonido, la conclusión es clara: usted está más sonado que yo.