Gabriel Boric ha sufrido una “rápida” maduración. En la carta a la Democracia Cristiana señaló que “hoy sé que la arrogancia generacional es una mala consejera”, haciendo alusión a dichos conferidos, no hace años, sino que apenas hace meses. Y esa ha sido la tónica del Boric de segunda vuelta. Correctamente peinado, rigurosamente vestido y bandera chilena en ristre, ha hecho —como era esperable— un sinnúmero de guiños hacia el centro.
Y el centro ha hecho guiños hacia él, sin lugar a dudas.
En uno de los ámbitos donde la izquierda tiene más falencias, y donde su programa evidencia “algo más que arrogancia generacional”, Boric dio un gran golpe al sumar a figuras de los 30 años a su causa. Una paradoja, si se considera que el Frente Amplio sindicó en las políticas económicas de los 30 años todos los males del país, y, sin embargo, en momentos decisivos recurre a ellos para dar consecuencia de su programa.
Y si bien los economistas estuvieron dispuestos a avalar la candidatura, lo hicieron con mascarilla y sin contacto físico. No dentro del comando, sino que en un “consejo asesor”, cuya característica es que se puede disolver tan rápido como se creó. A la primera pueden descender. Total, no forman parte del proyecto.
Así, economistas respetados y respetables como Andrea Repetto, Andrés Zahler y Eduardo Engel (@alfonsolegne), sumado a economistas internacionales como Stephany Griffith-Jones dan, al menos, la señal de que esto no va hacia el desvarío de Álex López o Manuel Riesco, ni a la tosquedad de Diego Pardow o Sebastián Depolo. Así, los illuminati (encabezados por Nicolás Grau) no estarían solos. Economistas serios y confiables para el mercado y para la opinión pública “acompañarían”. En buena hora.
Pues bien. En la decisión económica más importante que se requería tomar, el consejo asesor fue claro: el cuarto retiro era impresentable. Stephany Griffith-Jones: “Hacer un cuarto retiro es un error”; Andrea Repetto: “No hay ninguna justificación, distinta a la electoral”; Eduardo Engel: “Un cuarto retiro reducirá sustancialmente las posibilidades de que el proceso constitucional resuelva la crisis política en que estamos”; Roberto Zahler: “No se justifica prácticamente por ningún lado”.
La comunista Karol Cariola, por el contrario, adelantaba en la mañana de ayer que vendrían más retiros: “Si se aprueba —el cuarto retiro— habrá que evaluar las condiciones en los próximos meses respecto de un quinto retiro, o un sexto o un séptimo. Uno no puede adelantarse”.
¿Qué hizo Gabriel Boric en este aspecto económico tan central? ¿Cómo sorteó su primera prueba de fuego?... Votó tal como proponía Karol Cariola y no como unánimemente propusieron sus asesores económicos.
Y no solo votó en contra de sus asesores, sino que en contra de él mismo. Pasó de decir que “generaría un daño irreversible en las pensiones futuras” hace pocos meses, a llamar a agilizar su votación.
¿En qué quedamos, entonces? ¿Ocurrirá lo mismo el día de mañana cuando se analice el presupuesto, cuando se determine la convergencia fiscal, cuando se analicen los tratados internacionales o se discuta una determinada política pública económica? ¿Votará como le pida su compañera Cariola y no como proponga su consejo asesor?
Para peor, ayer a las 15:30, en Twitter publicó: “Hoy en el Congreso y el 19 en las urnas, tenemos dos modelos de país: uno que entiende las necesidades y urgencias de la gente, y otro que niega ayuda a quienes lo necesitan”. Es decir, ¿él mismo pertenecía hace pocos meses al “otro modelo de país”? Sus asesores ¿pertenecen al “otro modelo de país”?
Boric no solo perdió la oportunidad de mostrar sus primeras dotes de estadista, sino que puso una enorme señal de interrogación respecto a las decisiones económicas que tomará en caso de ser Presidente. De paso, mostró además que el consejo asesor no es más que una pirotecnia electoral para impedir el triunfo de José Antonio Kast. Una fachada de cartón piedra. Un fondo de pantalla ficticio. Un adorno navideño.
Guillermo Teillier, timonel del Partido Comunista —principal integrante de la coalición de Apruebo Dignidad—, aseguró que “no hay tiempo para discutir un nuevo programa”. El candidato reaccionó diciendo que “por supuesto que vamos a hacer modificaciones”. Pero su recién electa jefa de campaña, Izkia Siches, aseguró que “más que modificar el programa, son adaptaciones”.
Maquiavelo ya decía que la Política es el arte de engañar. Y en parte ello es cierto. Para derechas e izquierdas. En todos los tiempos. Pero Boric lo ha llevado al extremo y enciende las alarmas de su capacidad de gobernar.
Existe un viejo dicho español para dar cuenta del cambio de opinión: “Donde dije ‘digo' ahora digo ‘Diego'”. El problema es que en el caso de Gabriel Boric hay que agregarle —después de lo ocurrido con su consejo asesor— que donde le dicen Diego, él dice Julia.