En sobria y significativa ceremonia se celebraron los 150 años del Ministerio de Relaciones Exteriores.

Destacables fueron las intervenciones del Presidente de la República y del Canciller en su recorrido por valiosas contribuciones de la diplomacia nacional a la defensa y progreso de Chile, a su inserción global y a la comunidad internacional.

La institucionalidad ha permitido a gobiernos, con diferentes agendas políticas, disponer de un servicio comprometido con la protección de la soberanía nacional, con capacidades para abordar interminables y cambiantes desafíos internacionales del país.

Muchas veces, como sucede en otras naciones, el aporte profesional de los diplomáticos ha sido insuficientemente reconocido por la sociedad civil y por las autoridades, continuamente restrictivas en la asignación de los recursos para cumplir con trascendentes cometidos. El potencial de la modernización de Cancillería, proveniente del Estatuto promulgado por el gobierno anterior, no ha sido posible de materializar completamente por falta de los medios indispensables. No obstante el aumento de Estados independientes y fortalecimiento del multilateralismo, la planta de funcionarios del servicio exterior es insuficiente, muy similar a la fijada en 1978, dificultando la apertura de nuevas misiones y consulados, a lo que se debe agregar el imperativo de avanzar con mayor velocidad en la innovación y en la incorporación de nuevas tecnologías de la información. Progreso importante fue la creación de ProChile y la Dirección Económica, posteriormente elevada a Subsecretaría de Relaciones Económicas Internacionales.

Significativo testimonio de políticas de Estado en el campo internacional fue la ceremonia efectuada en La Moneda. Participaron excancilleres de sucesivas administraciones, de las más variadas persuasiones políticas de las últimas décadas, en medio de una agitada y divisiva campaña electoral. Varios de los exministros asistentes llevaron adelante con éxito delicadas negociaciones, tratados y litigios que se originaron durante sus predecesores, consolidando fronteras con los países vecinos, resolviendo contenciosos que se arrastraban por más de un siglo.

Aunque fuera olvidado mencionar en la ceremonia, corresponde señalar que la creación del Ministerio de Relaciones Exteriores y la separación de la gestión internacional, antes parte del Ministerio del Interior, fue obra del Presidente Federico Errázuriz Zañartu y su ministro Adolfo Ibáñez, conocido por su independencia de posiciones políticas respecto del mandatario, dando inicios a la profesionalización de la función diplomática, cada vez más necesaria y especializada.