Señor Director:

Por cada punto que “decrece” nuestra economía en un año se provocan efectos negativos en materia de empleos, remuneraciones, calidad de vida, cumplimiento de expectativas y muchas otras. Por ejemplo, el Estado deja de percibir alrededor de US$ 2.900 millones, equivalente a lo necesario para construir casi 91 mil viviendas; es decir, suficientes para terminar con todos los campamentos del país.

¿Estamos dispuestos como sociedad a despreciar voluntariamente este potencial? Y lo más importante: ¿alguien les habrá preguntado a las 700 mil familias que hoy necesitan una vivienda para vivir en forma digna si estarían de acuerdo con seguir esperando en sus actuales condiciones? ¿O a los más de dos millones de personas que hoy viven en situación de pobreza?

Como estoy seguro de que la respuesta es “no”, propongo avanzar en sentido contrario a lo que supondría decrecer: que el sector público, las empresas, la sociedad civil y las comunidades trabajemos unidos para lograr un crecimiento sostenible en lo social y medioambiental, que nos permita además dar respuestas adecuadas a las demandas y expectativas de las personas.

Antonio Errázuriz R-T
Presidente Cámara Chilena de la Construcción