Colo Colo perdió un gran porcentaje de sus opciones de obtener el título 2021 tras caer frente a Unión Española. Resultado sorpresivo de acuerdo a las apuestas previas, pero tremendamente justo tomando en cuenta las vicisitudes del encuentro: los rojos, guiados por Méndez y Rabello en la recuperación y elaboración rápida, pudieron y debieron ampliar las diferencias frente a un equipo albo que tomó riesgos altos tras la anotación de Chumacero.
Claro, la desazón es grande para los albos. Hace solo un par de meses había una clara convicción de que se estaba en niveles superiores al resto de los equipos del torneo no solo por un mejor juego, sino que también por las variantes que exhibía en lo táctico y estratégico. Colo Colo podía pasar rápidamente del 4-2-3-1 al 4-1-3-2 y virar del ataque directo a la posesión, y luego de nuevo al ataque directo, con un par de instrucciones desde la banca.
Lo mejor de todo era que esto podía hacerlo con diferentes exponentes, muchos de ellos, jóvenes de la cantera. Rojas, Gutiérrez, Pizarro, Cruz y Soto fueron asentándose no solo como lejanas y eventuales alternativas, sino que, en algunos casos, como postulantes serios a la titularidad habitual.
Colo Colo llegó a ser el equipo que mejor jugaba y, de hecho, en el balance general, puede que termine siendo el que más sólido fue colectivamente hablando de todos en el torneo. El entrenador Gustavo Quinteros le dio forma y contenido a un equipo que, en los últimos años, solo se sostenía en arrestos individuales y, en algunos casos, en bases más emocionales que futbolísticas.
Pero, en un par de semanas, todo lo ganado se fue perdiendo. Y por varios factores.
Es obvio que la situación sanitaria vivida tras el triunfo ante la Universidad Católica afectó la tranquilidad de los albos. La ventaja de puntos obtenida en cancha —y que virtualmente aseguraba un transitar más tranquilo en el último tramo del torneo— se diluyó demasiado rápido. De hecho, lo que había sido un triunfo que lo consolidaba como puntero y favorito terminó siendo en verdad una derrota que estrechaba diferencias.
No fue todo. La UC tuvo la gran virtud de no enredarse en situaciones técnicas complejas para enfrentar esta oportunidad que se le abrió. Tal como han dicho majaderamente los jugadores (Gutiérrez, Pérez, Fuenzalida y Zampedri), la salida del DT Gustavo Poyet fue una especie de alivio emocional para ellos, por lo que con Paulucci en la banca —descomprimiendo y restaurando confianzas perdidas— bastó para retomar el nivel de torneos pasados.
Colo Colo, en cambio, cada vez se fue sumiendo más en la inseguridad, lo que se reflejó en bajas de rendimiento de hombres clave como Gil, Morales y Bolados. Ello, unido a la intermitente presencia de Costa, terminó por erosionar la estructura tan cuidadosamente diseñada.
¿Se trata de un fracaso estrepitoso comparable al del torneo 2010?
Por cierto que no. Colo Colo, liderado por Gustavo Quinteros, logró una reconstrucción notable en pocos meses. Lo de los albos fue meritorio no solo en resultados, sino que en estilo y propuesta.
En verdad, pudo estar a las puertas de un golpe histórico. Puede estar aún, pero es complicado. Capaz que, en lugar de eso, haya construido bases futuras que pueden ser más trascendentales.