Terminó la etapa regular del Ascenso y la Primera División disputa sus últimas dos fechas. Como todos los años, en ambas competencias un grupo de jugadores se va en el anonimato. El grueso siente que cumplió su ciclo, las ganas de entrenar ya no son las mismas, cada golpe duele más o bien es la familia la que reclama mayor tiempo de atención.
El hincha cree que este camino comenzó con el debut en el profesionalismo. Olvidan ese trayecto solitario, que va desde la prueba antes de los 10 años, muchas veces con un rechazo traumático, pero sobre todo con un enorme sacrificio, porque los futbolistas están obligados a madurar mucho antes que el grueso de los adolescentes.
Los que llegan a estrenarse son escasos. El cedazo es implacable cada fin de temporada, cuando el entrenador de turno entrega la lista de quienes se mantienen y los que son marginados. Braulio Leal y Gonzalo Villagra, dos jugadores que cuelgan los botines al concluir 2021, sortearon ese largo trecho.
Ambos saltaron a la cancha en el año 2000, cuando el fútbol chileno iniciaba una larga travesía de restricciones económicas, por las locuras de dirigentes hinchas, que sin ningún sentido de la realidad (porque la plata no era de ellos), llevaron a la actividad a un colapso financiero. Braulio Leal era uno de los rostros juveniles de Colo Colo en el amanecer de este siglo y formó parte del equipo que consiguió el título en la quiebra. Pronto salió al fútbol europeo, en un corto paso por el Vitoria Guimaraes. Después se asentó en la competencia local, transformándose en un mediocampista de salida, un mixto o un 8, al estilo de las viejas nomenclaturas.
Su mejor momento lo vivió en Audax Italiano y Unión Española, a partir de su claridad para manejar la pelota, espíritu de sacrificio en la recuperación y visión para mostrarse como alternativa en la salida. Un futbolista comprometido y serio, algo arisco con los árbitros, pero al servicio del equipo. Su rendimiento en los itálicos, con Raúl Toro en la banca, fue sobresaliente. En algún momento, cuando Colo Colo abría sus puertas a nombres con escasos méritos para llegar a Pedrero, llamó la atención que no volviera al club que lo lanzó. Leal no solo fue un buen jugador. También mostró su opinión durante los días del estallido social, sin esconder su postura. Magallanes fue su última estación, para guiar a un grupo de jóvenes con proyección.
En Universidad Católica surgió Gonzalo Villagra, quien integró el plantel del Mundial Sub 20 de Argentina 2001. Jugó poco en la UC. Entendió que era necesario dejar la comodidad de San Carlos de Apoquindo para crecer. En 2002 agarró la camiseta de titular en Santiago Morning y no la soltó. Ese fue el punto de partida de un volante rendidor y regular, criterioso en el manejo de la pelota, que ejerció el liderazgo desde su bajo perfil. Con sus actos mostró el sendero a sus compañeros en Palestino, Unión Española y Deportes Antofagasta, donde dejó huella en jugadores jóvenes, como Ángelo Araos y Marcos Bolados. En silencio fue otra vez al "Chago" para luchar en Primera B, hasta que Unión lo trajo de regreso. Era el premio que su carrera merecía.
Adiós a dos futbolistas que honraron la profesión.