Al borde del día de mañana y en un pórtico histórico que permanecerá en los anales de la República, siento el deber de decirlo y proclamarlo: ¡Yo voto! Espero que ustedes también. Está en juego el futuro de Chile.
Conmino, urjo e insto.
Requiero, solicito y llamo.
Domingo 21 de noviembre de 2021: ¡A votar!
Que nadie quede fuera del lápiz, la estampilla y la urna.
Me dirijo a los pueblos de la patria.
Los conozco desde que nací, me han acompañado por décadas, son mi territorio, comarca y pequeño reino largo y extendido del final del mundo.
Están en las palmas de mis manos, en el centro de mi corazón y por eso me atrevo con un llamado inclusivo y universal.
Están todos invitados.
Acomódense los justos y después pasan en grupo.
Hay harto espacio y que nadie quede fuera, por favor.
Adelante politicastros, termocéfalos y los que tiraron la toalla, pero siguen con la carta bajo la manga y aún sueñan con ir en la parada. Pasen los que se mandaron el feroz numerito, se perdieron por un tiempo y ahora se quieren repetir el plato. Incluyo al soplagaitas de derecha y al zoquete de izquierda, al petimetre de centro y al mercachifle extremo. A las antiguas tribus desunidas por señales de humo, me refiero a guatones, chascones y colorines. Pandillas de autocomplacientes discontinuados y bandas melancólicas y autoflagelantes. Clásicos conocidos: momio, momia y embalsamada joven, cómo no.
Pienso en cada uno y en cada una, sin exclusiones.
Quedados, pánfilas, medios pollos, tontos útiles, ilusas y los que se arrepienten, cuando ya es tarde. A los que dan un paso al costado, se les queda la patita y regresan donde mismo. Abro mis brazos a los peleles, vengan a mí las sabandijas y no huyan los picapleitos. Al filibustero, fariseo y filisteo. A los de boca grande, letra chica y pensamiento flexible. Parados en la hilacha que tienen del año que les pidan. Enfermos imaginarios. Al vendido y servil por las mañanas, entregado por las tardes y que en las noches duerme solo, pero bien.
Recuerdo términos que el tiempo discontinuó, sin embargo, los veo en la realidad: catacaldos, zampabollos, robaperas y pinchaúvas. Escucho el respirar de pelagallos, berzotas y rastacueros.
Llamo al viejo y nuevo mundo. Al cultural que es un insaciable traga traga.
A los que no lo vieron venir y ahora lo ven pasar en cámara lenta. Esos que durante media vida destaparon ollas, y las taparon durante la otra mitad. A los en situación de calle que mascan lauchas y están para el gato.
A todos los llamo a votar, sin dudas ni flojeras.
A orcos, lamebotas, humanoides y chupaviseras. A los anti, en general.
Cabezas de bala y corazones de abuelita. Hiperventilados, cortoplacistas, populistas y autorreferentes. Vendepatrias en cuotas y al contado, en verde, blanco y sin pie conocido. A los que entregaron la oreja sin necesidad y ahora vagan como Van Gogh. A los que alguna vez apretaron cachete, pero también a los que apretarían o apretarán.
Mañana, entonces, vote por Chile.
Termino con un aviso de utilidad pública: no olvide recalendarizar, repactar y demorar el pago de Chile.