Las elecciones en Chile desde 1990 han sido “aburridas”. Un año antes, quien lideraba las encuestas terminó siempre saliendo elegido. A nivel parlamentario, la Concertación y la centroderecha subían o bajaban 3 puntos. Y sería. Se trataba de elecciones de “matices”, donde lo que estaba en juego no eran más que notas al pie de página.
Pero ocurrió lo que ocurrió. Se instaló la mayor fake news que conoce la historia de Chile, en cuanto a que sus mejores 30 años habían sido los peores. Y la política chilena lleva dos años bailando a ese ritmo.
Así las cosas, nos enfrentamos mañana a una elección en la que se juega mucho y que es completamente incierta. Y para leer sus resultados, es importante al menos tener presente siete claves:
1-
¿El fin de la transición?
La transición ha muerto muchas veces y se ha anunciado su fin desde hace décadas. Pero mañana veremos, probablemente —por primera vez en 30 años— que los dos bloques protagonistas de la transición no instalen sus candidatos en la segunda vuelta presidencial. Se trata, sin duda, de un fin de ciclo, de viejos actores cuya edad de jubilación lamentablemente parece haber llegado. A nivel parlamentario tal vez todavía queden algunas pulsaciones, pero mañana es posible que veamos un desmoronamiento total de algunos partidos como el PPD y la DC.
2-
La Polarización
Los 30 años fueron un paréntesis. Un oasis, como dijo Piñera. Pero la política ha sido siempre un lugar de polarización. Montesquieu decía que si uno acercaba el oído a una nación y no se oía nada, es que era una dictadura, pero si uno se acercaba el oído y oía gritos, es que había una democracia. Mañana podremos comprobar hasta dónde llegarán esos gritos, porque lo que es claro es que los extremos han llegado para quedarse. Boric por un lado, Kast por el otro. Frenteamplistas y comunistas por un lado. Republicanos por el otro lado. Fanatismos, intolerancias y mesianismos.
3-
El fenómeno Kast
Hace dos meses nadie podía augurar que José Antonio Kast sería protagonista de esta elección. Hoy, sin embargo, se transformó en un personaje principal. ¿Cómo pasamos del 18 de octubre a esta votación de Kast, es algo que necesariamente requiere un análisis? ¿Se confirmará el voto antiinmigrante, anti violencia, evangélico y rural? Si ello es así, estaremos dentro de un fenómeno nuevo de la política chilena pero muy presente en el mundo. Y si su caudal de voto es muy grande, obligará a una reflexión rápida y profunda de la izquierda.
4-
¿Ser segundo es perder?
La historia muestra que quien ha pasado a segunda vuelta primero ha ganado la elección. Y si bien eso no está escrito en piedra, la sensación de triunfo en quien gana la primera vuelta es sin duda un acicate anímico de cara al balotaje. Hasta la semana pasada existían 6 encuestas que decían que era Jose Antonio Kast quien lo haría. Pero la semana horrible, partiendo por Pinochet y terminando en el debate, pone aquello en duda. De hecho, una última encuesta Cadem de ayer muestran completamente empatados a Kast y Boric
5-
Suma de peras con
manzanas
De cara a la segunda vuelta hay que sumar para proyectar. De Sichel y Provoste una parte no se van a Kast y a Boric, pero en una proporción similar. Algo parecido pasa con MEO y Parisi. Pero en este caso, los votantes de Parisi serían dos tercios de Kast y un tercio de Boric y los de MEO en una proporción inversa. De poco sirve el endoso de votos, más importante es saber la propensión del votante. Y en esto, así como quien es primero importa, quien sea el tercero también lo será. La combinación primero-tercero (Boric-Yasna o Kast-Sichel) será difícil de superar.
6-
La jaula de los partidos
Chile tiene cerca de 20 partidos con representación. Un verdadero drama y parte central de la ingobernabilidad. Mientras existió el binominal no eran más que fuerzas internas de dos coaliciones, pero hoy cada uno tiene vida propia y como lo demuestra la evidencia eso hace ingobernable un país. Es posible que mañana sigamos viendo esa fragmentación, y como los partidos no tienen ninguna llave para aunar a sus parlamentarios, el resultado de mañana es poco esperanzador.
7-
El plebiscito del
plebiscito
El resultado de mañana también será una especie de plebiscito de cara al plebiscito de salida de la nueva Constitución. El ánimo refundacional (sin intención de establecer un acuerdo común) hace que la votación de la derecha, de facto, será el nuevo piso del rechazo para el plebiscito de salida. Ya no será el 22%, sino que un porcentaje necesariamente mayor. Ello podría moderar la Convención para evitar un escenario indeseable, pero nada augura que así sea. Así, paradójicamente parte de lo que se juega mañana es la continuidad del proceso constitucional.
A solo horas de que sea la elección más importante en 50 años, muchos electores siguen indecisos. Y tal vez la decisión final estará marcada por el miedo a uno u otro extremo. Italo Calvino decía que cada elección tiene su anverso, es decir, una renuncia, por lo que no hay diferencia entre el acto de elegir y el acto de renunciar. Tal vez usted mismo acudirá mañana, más que a elegir, a renunciar. A renunciar al extremo que le da miedo.